Mitzi Mayauel Fuentes
San Cristóbal de Las Casas (México), 11 sep (EFE).- En una de las zonas más conflictivas del sureste mexicano, jóvenes indígenas tzotziles con padres desplazados de sus comunidades, se unieron en una orquesta y un coro para romper la violencia.
Un grupo de 46 jóvenes tzotziles, entre los 12 y 29 años, conformaron un coro y una sinfónica llamada “Por la paz de la zona norte”, en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, con el objetivo de sensibilizar a la población a la no violencia y reactivar los espacios culturales abandonados por el Gobierno.
El formación musical es un proyecto que surgió hace tres años, resultado de un diagnóstico aplicado a los jóvenes de 46 colonias de la zona norte de la ciudad, arrojando datos alarmantes sobre la ocupación y percepción de los jóvenes.
“Ellos viven mucha violencia, disparos, enfrentamientos entre grupos, entre otras cosas que suceden acá”, contó a Efe Jorge Guillén, fundador del colectivo Sociedad en Acción y coordinador del coro y la sinfónica.
Además, destacó la vulnerabilidad en la que vive la juventud en la zona más conflictiva del estado de Chiapas, uno de los que los más visitados por los turistas.
FAMILIARES DESPLAZADOS
Recordó que el proyecto musical está integrado por jóvenes indígenas tzotziles, cuyos padres o abuelos fueron expulsados de sus comunidades de origen en años pasadas por la intolerancia religiosa, conformando así la famosa zona norte de San Cristóbal.
Debido a la violencia que viven, Guillén comenzó a trabajar con los jóvenes y al mismo tiempo con los comités ciudadanos de barrios y colonias (vecindarios) ganándose su confianza, lo que le permitió abrir espacios como el Centro Cultural de la zona Norte donde actualmente, de lunes a viernes, se imparten talleres de música y prevención del delito.
“Dentro de este plan tenemos contemplados dos ejes: la prevención del delito y la delincuencia, y esto se hace con la sensibilización y con temas de cultura de paz, prevención contra la violencia contra la mujer, temas que nos sirven para sensibilizar a la juventud como la musicoterapia”, explicó Guillén.
La orquesta, dijo, apuesta a salvar a los jóvenes de la violencia, el alcoholismo y el uso de drogas y se espera pueda aglutinar a más de un centenar de jóvenes tzotziles que buscan alcanzar un sueño como Tania López, quien a sus 15 años tiene clara cuál es su pasión.
“Me encanta la música, aprender a cantar y tocar los instrumentos y saber más sobre la música”, contó a Efe, y dijo que los sueños son posibles, “que busquen sus sueños, que nunca se rindan por alcanzarlo”, dijo la joven en un mensaje de aliento para todos los niños de los pueblos indígenas y mestizos.
Según datos de la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes en Chiapas, el estado se ubica, a nivel país, en el sitio 16 en las mediciones de violencia infantil, segundo lugar en embarazos de 10 a 14, años, y San Cristóbal Comitán y Mitontic son los principales municipios que presentan trabajo infantil.
SOCIEDAD EN ACCIÓN
En Chiapas, los esfuerzos de la organizaciones están empujando estrategias para dar un vuelco a las estadísticas de violencia e inseguridad y ofertar mejores opciones educativas que son abrazadas por jóvenes como Cesar Girón Domínguez, de 22 años, panadero y quien por falta de recursos solo terminó el bachillerato.
Satisfecho con la asesoría de los instructores del coro y la sinfónica, Girón contó a Efe que a él le interesó la propuesta, a pesar de que tener “poca experiencia de canto y música”.
Destacó que la música cambió su vida, a pesar de vivir en medio de la crisis de inseguridad y violencia que vive en su barrio.
La violencia que se vive en San Cristóbal de las Casas, como en otras ciudades del territorio mexicano, se debe al trabajo desorganizado de las instituciones federales, estatales y municipales, afirmó Manuel Yáñez Gutiérrez, el consultor en seguridad social.
“Por ello la participación ciudadana es fundamental para erradicar la violencia, ayudar al orden social y salvaguardar a la niñez y juventud”, finalizó. EFE