- Ambiente Político Por Eduardo Serrano
Decir que el país está polarizado, se queda corto ante el escenario del cual somos testigos. Es inevitable la comparación de las marchas: la organizada por la oposición al presidente y la convocada por él mismo. Ambas abarrotaron las calles. En las dos, así como hubo “acarrerados”, también acudieron personas por su propia voluntad; unas, hartas de los perjuicios de la 4T, otras, convencidas de sus beneficios. Evidentemente, la organizada por Palacio Nacional, no solo mostró músculo político, también poder económico y de movilización, además, envió señales precisas a sus adversarios, de que, aunque no esté su nombre presente en las boletas, está metido hasta la médula en el proceso de la sucesión presidencial de 2024, que dicho sea de paso, todavía no inicia formalmente, pero es indiscutible que, hasta este momento, no hay quien le haga competencia real a cualquiera de sus corcholatas. La marcha, entonces, fue solo la primera llamada.
El “humanismo mexicano” de Andrés Manuel -como nombró a su modelo de gobierno-, es cuestionable en muchos aspectos, inclusive, como que no cuadra en término de resultados, porque los indicadores de medición, contrastan en buena medida con los “otros datos”, sin embargo, ya demostró que es altamente efectivo en lo electoral, lo cual mantiene en una sutil competencia a las corcholatas, que se desvivieron por acompañar a su “pastor”, esperando que los gritos de “¡presidente!, ¡presidente!”, tuvieran su respectivo apellido. Claudia Sheinbaum y Adán Agusto López caminaron junto a López Obrador partiendo del Angel de la Independencia; a la distancia, iba Marcelo Ebrard. Al otro lado del Atlántico, Ricardo Monreal, tan alejado del Zócalo como del ánimo del presidente, eso sí, muy, pero muy cercano a la oposición, esperando la segunda llamada, la cual se dará el día en que AMLO le levante la mano a una de sus corcholata.
Con el proceso sucesorio adelantado por el propio presidente, esa segunda llamada es anhelada por Sheinbaum, López y Ebrard. Olvidémonos de la conducción del país, ya el tabasqueño vio que le es más rentable seguir en la campaña que nunca ha dejado, puesto que le interesa ver en quién dejará el cetro de Palacio Nacional, para que continúe con la “obra transformadora”. La jefa de gobierno de la Ciudad de México, se siente como princesa real, “placeada” por el mandamás, mientras saluda a la prole con “mirada de amor”, de esa que brota cuando se está “enamorado” de la pareja… y del poder. Adán Augusto, sobrio y animado, prudente y sereno, anda muy “a gusto” sabiendo que la decisión está en el paisano, quien valora la lealtad por encima de la capacidad. Y Marcelo, como en la marcha, enfocado en el camino, sin perder de vista el destino, al que es preciso llegar primero, pero como dijo José Alfredo, más importante es “saber llegar”.
Tristemente para la oposición, a menos de dos años de distancia de las elecciones presidenciales -donde se dará la tercera llamada-, así como en la marcha cuatroteísta, el presidente les sigue marcando el paso. A pesar de los pleitos de los “morenos”, la corchorlata agraciada con la bendición del presidente, tendrá puesta una “pompi” en la silla presidencial y la otra en las urnas, porque ha quedado claro, que no se habrá de escatimar recurso alguno, para evitar que los conservadores recobren el poder, por eso la marcha del domingo 27 de noviembre, cuya magnitud es indiscutible, fue solo, la primera llamada.