Por; Ernesto González Valdés
Varias son las acepciones acerca de la palabra sangre: 1. Es un tejido conectivo líquido, impulsado por el corazón que circula por capilares, venas y arterias de todos los vertebrados. Transporta oxígeno, alimentos y productos de desecho. Su color rojo característico es debido a la presencia del pigmento hemoglobínico contenido en los glóbulos rojos; 2. Raza, familia o condición social a la que pertenece por nacimiento una persona (“lleva sangre latina en sus venas; no duda en defender a los de su misma sangre”)
¿Por qué el título de nuestro artículo de hoy? Es la negación de una frase escuchada en mi juventud y en mi profesión: “La letra entra con sangre”, refiriéndose a un “antes”, entiéndase el siglo pasado (XX) y no tanto en este (XXI), la cual me conlleva a indagar el motivo de la misma, identificando lo siguiente: Corresponde al nombre de un cuadro pintado por Francisco de Goya (1746-1828), español, cuya obra se conserva actualmente en el Museo de Zaragoza.
En esta obra Goya realiza una crítica al sistema educativo de su época mostrando una pequeña escuela en la que el maestro aparece sentado a la izquierda con un perro a sus pies mientras azota a un alumno con las nalgas al aire e inclinado para recibir el castigo. Estamos refiriéndonos a que si el cuadro fue pintado entre 1780 y 1785 (siglo XVIII), lo que llamamos “antes” en el párrafo anterior corresponde aproximadamente a unos 243 años, donde se reflejaba el rigor de que los chicos que no estudiasen eran castigados con el empleo de la fuerza.
Otras son las historias contadas – donde si no se hacía la tarea, o no atendía – por ejemplo: arrodillarse, colocándole granos de maíz en las rodillas, hacer uso de la regla pegándole en las manos, situarlo en la esquina del aula mirando hacia a pared y dándole la espalda a sus compañeros de clase; en mi caso personal, recuerdo que por escribir una palabra de forma incorrecta la tuve que repetir 100 veces en un cuaderno, eso sí jamás se me olvidó.
La problemática está – más allá de los derechos humanos, muy necesarios – es la continuidad en la enseñanza media y superior de sumar a que las y los jóvenes cumplan con sus deberes, obviando indiscutiblemente el castigo.
¿Se imaginan lo siguiente en la vida contemporánea? “Usted joven que tuvo errores ortográficos en su escrito en 5 palabras, escriba cada una en su celular 100 veces y me las envía por WhatsApp”; ¡es posible que haciendo uso del corrector propio de su móvil o computadora la escriba y copie la cantidad indicada y listo! Evidentemente la medida correctiva tendrá poco efecto, si fuese el caso.
¿La solución posible? ¡La comunicación, CONVERSAR! Directa con el estudiante con deficiencias por motivos justificados o no, con los familiares del mismo (que puede depender del nivel de enseñanza), con el grupo de clase, vinculado a la revisión de metodologías activas, que conlleven a la motivación, creatividad e innovación, la asignación de responsabilidades, metas, compromisos en el estudiantado.
Queda claro que la tecnología – que puede resultar insípida ante la carencia de valores que solo pueden ser transmitidos entre los seres humanos, a pesar de la inteligencia artificial – no necesariamente podrá suplantar cuando el docente le diga al estudiante”… ¿podemos conversar ya que tienes problemas en mi asignatura, para mejorar tu desempeño?