Por: Ernesto González Valdés.
La expresión de la columna de hoy, solemos utilizarlas los docentes, al menos en el ámbito universitario al referirnos a muchos trabajos que suelen entregar los estudiantes ante una investigación, vinculada a la asignatura, previa orientación y cuyo resultado es un copiar y pegar, extrayendo la información de internet de una forma poco transparente donde no primó el análisis de lo editado, no respeto al autor, entre otros aspectos que lógicamente afectan la calidad del trabajo. No podemos poner en duda, la ventaja que tenemos en el sentido de tanta información apoyándonos en una computadora actual y a través de los buscadores (Google, Bing, etc.) donde en cuestiones de segundos una vez solicitada, surgen hasta miles de direcciones con informaciones muy valiosas, otras realmente obsoletas. La problemática ante esta situación, es sí pone en desventaja al docente.
El papel del profesor a lo largo de siglos ha cambiado, por ejemplo, a principios del siglo XX su función era decir, y el alumno escuchar; 25 años después, se le identifica como maestro, siendo su función explicar y a los jóvenes (estudiante) entender; a mitad de siglo XX, cambian las funciones de ambos: un docente que demuestra, un discente (que recibe enseñanza) que experimenta. 3/4 de siglo y arribamos a un educador que construye, un educando que aprende.
Finalmente, con el nuevo siglo en que estamos el papel del profesor como mediador es transformar a adolescentes y jóvenes en líderes transformadores capaces de competir. ¡Una evolución muy interesante!, catalizado en muchos casos por la tecnología de la información y la comunicación como herramienta didáctica. ¿Qué hacer cuando el estudiante tiene “más horas de vuelo”, que el docente y no queremos que corten y peguen?
Este último deberá enfocar sus requerimientos generales de búsqueda a partir de propuestas que obliguen y motiven al estudiante a explorar de forma más creativa su investigación. En vez de buscar referencias textuales y cerradas, propiciar propuestas abiertas, libres y creativas, por ejemplo:” … consideren en todas sus investigaciones un mínimo de tres alternativas diferentes (lo cual ayudará a evitar la copia), sobre el tema orientado”; otra “arma” valiosa para el docente, seria confrontar los puntos de vista, de modo que se pueda llegar a una posición propia a partir del análisis de los documentos encontrados.
También podemos recurrir, al uso de un formato estandarizado para los reportes de investigación, basándose en las técnicas metodológicas o en estándares internacionales, como el de la American Psychological Association (APA). Esto permite que el estudiante se acostumbre a trabajar con el rigor científico de altura que es práctica común en los círculos de investigación.
¿Pero acaso el internet, es todo? No, también existen otras fuentes de información, donde orientar a los estudiantes, como son: bancos de tesis en la propia universidad o biblioteca nacional; entrevistas personales con expertos y personalidades que por su experiencia y conocimientos aporten datos significativos; revistas y periódicos no digitalizados; memorias de congresos y foros académicos; programas de radio y televisión, etc.
Finalmente, estimado profesor si usted aún no es lo suficientemente ducho en la informática, no le queda otra que ¡ponerse las pilas!