Por: Ernesto González Valdés
¡No queda duda para el magisterio que la pandemia “cambio al mundo!” por completo; la modalidad presencial a remota o mal llamada virtual, con una mezcla de modalidades, por ejemplo: blended learning (aprendizaje combinado) con elementos de actividades presenciales y no presenciales o en un lenguaje más actualizado sincrónico y asincrónico, cada cual con un conjunto de actividades o procedimientos que las distinguen o las combinan.
Actividades que deben planificarse adecuadamente y que se concretan en el llamado sílabo (herramienta de planificación del curso que organiza los contenidos y el trabajo que se realizará en el periodo académico – establecido por el ministerio o secretaría de Educación o instituciones privadas – para lograr el aprendizaje que se propone en el curso)
Herramienta también denominada plan de clases, planeamiento didáctico. En resumen: constituye el nivel más concreto de planificación educativa. Se centra específicamente en los procesos de enseñanza – aprendizaje a nivel de aula, por lo que su responsable máximo es el docente.
Sílabo que responde a la microprogramación – entiéndase fase, que contiene la planificación detallada (el programa) de todas las asignaturas que conforman el plan de estudio de la carrera o nivel, año o grado de estudio – en dependencia del subsistema de Educación.
Programa cuyos contenidos seleccionados – por pedagogos, profesionales expertos, vinculados a la disciplina – deberán ser coherentes con el subsistema, por ejemplo: en la enseñanza media y bachillerato o preuniversitario suelen responder a una formación general, mientras que, en el ámbito universitario, un porcentaje responde a asignaturas también de formación general, pasando a una diversificación en años superiores en asignaturas denominadas básicas y específicas.
¿Cómo se estructura un sílabo? Existen diversos formatos establecidos que responden fundamentalmente al enfoque pedagógico establecido (por objetivos, por competencias), no obstante, sea uno u otro método el definido tendrán componentes didácticos comunes del Plan calendario y del sílabo como son: los objetivos o competencias, contenidos, formas de organización de la enseñanza (FOE)[1], Actividades de aprendizaje, Recursos didácticos y la Evaluación de los Aprendizajes.
Hasta aquí diría que lo formal, ¿pero acaso se requiere revisar, diría ante la educación remota el diseño de las actividades de aprendizaje, recursos didácticos y la evaluación de los Aprendizajes? Categóricamente la respuesta es afirmativa: ¡Sí!
El hecho mismo de no tener el estudiante delante presencialmente, sino detrás de una pequeña pantalla, que en ocasiones desconecta su rostro y solo deja activada su foto y abierto el micrófono, realmente “nos mueve el piso, por completo”
Parto de una primera propuesta de división a la hora de planificar las actividades de aprendizaje, recursos didácticos y la evaluación de los Aprendizajes, todas ellas ¿en cuáles sincrónicas y cuáles asincrónicas?
¿Quién duda que habrá que incorporar en los recursos didácticos el uso de tabletas, computadoras u ordenadores y celulares?, incorporando además de las consabidas características internas del recurso, siendo estos el nivel de abstracción del estudiante y sus posibilidades cognoscitivas, las presentaciones, video, el número o cantidad de mensajes, el contenido del mensaje y el tipo de canal (que permita ver, escuchar, manipular).
¿Qué decir de la evaluación, la cual puede verse afectada por un “copy page” en el mejor de los casos o por un fraude?, (por supuesto para los estudiantes deshonestos)
No queda de otra, que deberán revisarse las mismas, con mucha seriedad y profesionalidad, por los colectivos de docentes y pares de las asignaturas. Por lo visto nuevos retos para los docentes y que deberán tener en cuenta las instituciones.
[1] En la enseñanza media o bachillerato tradicional, la diversidad de formas de organización de la enseñanza suele ser menos amplias, centrándose mayormente en el docente como principal comunicador, el cual lleva “el peso de la clase”