Por:Ernesto González Valdés
Aunque soy docente de Ciencias Naturales, como docente debo exigir entre muchas cosas (disciplina, puntualidad, cumplimiento de las tareas, etc.) el que mis estudiantes tengan una excelente ortografía, no siendo exclusivo de mis compañeros de trabajo vinculados con la enseñanza del español. ¿Cómo evitar el que nuestros jóvenes y no tan jóvenes tengan serios problemas ortográficos?
En ocasiones cuando leo y analizo respuestas escritas, como parte de la evaluación continua, encuentro faltas que me han hecho dudar quien tiene la razón si el estudiante o yo. (Por suerte existe nuestro amigo el diccionario) ¿Qué recomiendo, para tratar de solucionar el grave problema? La lectura de un buen libro.
Un buen libro de texto, además de resolver el problema ortográfico, proporciona además un excelente itinerario para aprender acerca del contenido de la obra, pero también la redacción, la interpretación, el conocer como piensan otros intelectuales, escritores, pensadores, y a usted como lector permitirle brindar su opinión al respecto, siempre y cuando haya un espacio para opinar acerca de la lectura realizada, mientras que subliminalmente usted ira adquiriendo una mejora gradual en su escritura, sin faltas ortográficas. La problemática estará, a la hora de seleccionar un buen libro y que una vez que inicie su lectura, no se pueda “despegar” del mismo.
Es cierto que muchos libros suelen ser recomendados por los docentes y que se encuentran vinculados con la materia que imparte, pero ¿qué sucede si de por si la materia, le resulta “pesada”? Un libro, cualquiera sea el tema que aborde, deberá ser inducido por quien corresponda de forma acertada, como una opción de ayuda complementaria en la búsqueda y profundización de de nuevos conocimientos, teniendo en cuenta sobre todo el nivel de conocimiento del propio estudiante, libro que deberá ser obligatoriamente de pleno dominio del docente.
De no ser así, si el estudiante recurre a la necesidad de que el “profe” le aclare sobre algún tema en particular del mismo y el docente no conoce o no domina, refiriéndose al texto, posiblemente sea “out en home”. Lo anterior seria salvable, si el docente ya tiene adecuadamente identificado bibliografía básica, complementaria y “ojo” algunos sitios de internet donde puede buscar información al respecto.
Otro factor que debe tenerse en cuenta resultará el volumen de información que pudiendo estar vinculado al tema de la clase y el tiempo necesario real en que debe darse lectura por parte del estudiante, para enfrentarse a la discusión o evaluación del mismo.
Una abrumadora cantidad de tarea de darle lectura a cientos de páginas en poco tiempo, posiblemente empeore el hábito de la lectura y por ende mejorar la ortografía. Si bien debe quedar claro que leer constituye un factor que conduce extraordinariamente a la ausencia de faltas ortográficas, el valor agregado que nos proporciona la lectura, el libro será la incitación al estudio mismo.
Se plantea que el mejor libro, como el mejor docente, no es el que da una información exhaustiva, sino el que incita al estudio, a conocer la trastienda del conocimiento, a profundizar más. Albert Einstein afirmaba: “la cualidad más importante del maestro es ser capaz de provocar la alegría de crear y de conocer”. A lo anterior le sumaria, y también la de un buen libro.