Cuando López Portillo falló a desposeídos y marginados
Dimisión de Germán Martínez Cázares no puede, no debe, tomarse a la ligera; se trata de la primera del más alto nivel que sufre la Cuarta Transformación
Por Juan Bustillos
Desde el 7 de enero de 2017, “Mikey Flo” puso en
circulación, en YouTube, un video bien elaborado sobre la crisis económica de
1982, que tuvo su máxima expresión en la expropiación bancaria y en la
situación caótica con que Miguel de la Madrid inició su gobierno.
Enmarcadas en imágenes históricas inolvidables se escuchan las voces críticas a
la conducción económica de José López Portillo, curiosamente las de algunos de
sus más conspicuos colaboradores, Jesús Silva Herzog, que fue su último
secretario de Hacienda, y el “Ángel de la dependencia”, José Ángel Gurría, que
despachó como director general de Crédito de Hacienda.
Después de escucharlos no se entiende que en su momento no hubiesen tenido el
valor de renunciar a los puestos que tuvieron en el sexenio cuando todo
indicaba que el Presidente llevaba al país a la bancarrota, en especial la
nacionalización bancaria. Vaya, ni siquiera dicen si en privado se atrevieron a
oponerse a decisiones que chocaban contra la más elemental lógica económica.
Volví al video apenas me enteré de la renuncia de Germán Martínez a la
dirección del Instituto Mexicano del Seguro Social y leí su larga, larguísima,
carta de despedida.
Inevitablemente, recordé también la renuncia de Alfonso Durazo a la Secretaría
Particular del Presidente Vicente Fox denunciando las ambiciones presidenciales
de Marta Sahagún.
La dimisión de Germán no puede, no debe, tomarse a la ligera, pues se trata de
la primera del más alto nivel que sufre la Cuarta Transformación. El Presidente
López Obrador podrá batearla en la conferencia mañanera de este miércoles, como
ya lo hizo en Veracruz, como si se tratara de un asunto meramente anecdótico
que se resolverá colocando en su lugar a una persona honesta comprometida
verdaderamente con la 4T, pero se equivocará quien se niegue a aceptar que se
trata de una crisis tempranera no prevista en el libreto del sexenio.
Ya habrá espacio y tiempo para entrar al meollo del asunto planteado por
Martínez porque los primeros en dar su opinión deben ser los especialistas en
cuestiones financieras sacudiendo al tema todo el follaje que tenga que ver con
política porque ésta contaminará, necesariamente, el tema, pues el personaje
central de este drama de la 4T es un advenedizo en el polifacético movimiento
que llevó a López Obrador al poder.
Para decirlo sin ambages, Germán es un renegado del PAN (fue su jefe nacional
en tiempos de Felipe Calderón) que llegó al Senado como candidato de Morena; de
ahí salió para dirigir el IMSS antes de gritar, a todo pulmón, la consigna
sexenal: “¡Es un honor estar con Obrador!”. Seguramente regresará a su escaño
porque es error imperdonable salir de la nómina por propio pie, aunque la dieta
esté recortada a la mitad.
Esta circunstancia será usada para disminuir, encubrir o distraernos del tema
fundamental, el golpe seco que recibe el gobierno en su eje de flotación a
causa del cuestionamiento del ex director del IMSS a decisiones de tipo
financiero que empiezan a causar alarma, al menos entre las clases media, alta,
empresarial y política.
La carta de Germán al Consejo de Administración del IMSS parece un reclamo al
secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, pero en realidad son, pese a las
alusiones lisonjeras al Presidente, propias en un político de su naturaleza que
no se atreve a romper del todo, una crítica a las directrices dictadas por
López Obrador a sus colaboradores responsables de las finanzas nacionales.
Por esta razón recordé el video que “Mikey Flo” subió a YouTube, que muestra a
los colaboradores de López Portillo criticando, a toro pasado, a quien fue su
jefe, pero sin explicar por qué, a diferencia de Germán Martínez y de Alfonso
Durazo, no renunciaron cuando creyeron percatarse de que su jefe no actuaba
razonablemente.
El ex secretario de Hacienda explica que en 1982, el crecimiento de la economía
fue de cero, pero el déficit del gobierno alcanzó el 17 por ciento del PIB. Su
cierre es dramático: “Fue un despilfarro brutal”.
Gurría narra con cierto gusto su caminar con Silva Herzog para enfrentar a la
comunidad financiera en Nueva York. El nerviosismo en los mercados era tal que
conforme avanzaban cuadra a cuadra caían los precios de las acciones en el
mercado. Dice el ex director de Crédito, ahora máximo jefe de la OCDE, que se
estremecían los edificios, Wall Street, a causa del “problema sistémico que
México iba a causar por su problema de deuda externa”.
Silva Herzog cuenta lo penoso que le resultó comunicar a la comunidad
financiera que a México se le habían acabado las fichas. Ilustra la situación
con el dicho mexicano: “Debo, no niego; pago no tengo”. Más difícil aún tener
que decir que para pagar los intereses necesitaban prestar más a nuestro país.
Quizás lo más dramático del video que el Presidente López Obrador y el secretario
Urzúa no deben dejar de ver es cuando López Portillo se enfrenta al país en su
último informe y anuncia la nacionalización de la banca, pero más dramático aún
es ver a aquel apuesto Presidente, que gustaba de mostrar sus habilidades
deportivas, convertido en anciano, explicando haber creído “que el país podía
ya afirmar que marchaba sustentándose en sus propias fuentes de financiamiento
apoyándose en el petróleo, como en algún momento pudo haber sido”.
Y la explicación recurrente: No pudo ser debido “a la cerrazón de los países
del norte”.
¿Cómo olvidar aquel 1 de septiembre de 1982 cuando don José limpió una lágrima
que corría sobre su rostro y dio un puñetazo al atril cuando se refirió a los
desposeídos y marginados, a los que hace 6 años atrás pidió perdón? Es una pena
que “he venido arrastrando como responsabilidad…”, dijo.
Una lección inolvidable que nadie debe desdeñar.