Zoé Robledo y el borrón y cuenta nueva
Si solo por su honestidad da el perfil para dirigir el IMSS, quizás López Obrador debió usarlo en otra área, incluso como secretario de Gobernación
Por Juan Bustillos
Alejado de Olga Sánchez Cordero a causa de la renuncia de
Germán Martínez al IMSS, y no porque la secretaria de Gobernación, que está
haciendo agua y a falta del aparato de espionaje gubernamental utiliza otros
instrumentos del Estado para investigar familiares de personajes importantes
para la gobernabilidad, me quedé con las ganas de que Zoé Robledo fuese quien
me diese la sorprendente e inesperada noticia de que en el gobierno de la
Cuarta Transformación no hay tache ni animadversión para ningún medio de
comunicación y que a partir de ahora, borrón y cuenta nueva.
Debo confesar que el mensaje me tomó de sorpresa porque lo natural es que
existiera animadversión, hubiese tache y nada de borrón y cuenta nueva, que en
lenguaje cuartotransformador debe traducirse en no olvido, pero perdón y amor y
paz.
Nunca he cruzado palabra con el nuevo director del IMSS, a pesar de que en un
evento de diciembre pasado compartimos mesa, separados apenas por tres sillas,
cuando se estrenaba como segundo de a bordo en Gobernación, pero es hijo de un
viejo amigo, el ex gobernador de Chiapas, y ex embajador en Argentina, Eduardo
Robledo Rincón, y sé que por ambos tuvo Luis Donaldo Colosio un gran cariño.
En su momento me permití sospechar que, como miembro conspicuo del club de los
itamitas, se había prestado para sembrar a José Antonio Meade en el Senado la
maliciosa pregunta de por quién votó en las elecciones presidenciales de 2012.
Supuse que, para ayudar a su postulación presidencial por el PRI, obligó al
entonces secretario de Hacienda a confesar que sufragó a favor de Enrique Peña
Nieto y no de la candidata panista, Josefina Vázquez Mota.
Me equivoqué; sí fue una pregunta sembrada con inteligencia, pero para exhibir
a Meade como traidor al panismo, aunque, como cualquiera sabe, Ernesto Cordero,
y no Josefina, fue el candidato de Felipe Calderón.
Se agendó fecha para la cita con Zoé, pero al enfermarse su secretaria hubo
promesa de reagendar. Nunca entendí por qué los males de su colaboradora
entorpecían su agenda, pero después de su regreso a laborar ya no hubo, ni
habrá, oportunidad de verlo como Subsecretario de Gobernación.
Me habría gustado platicarle que poco nos importa si hay tache o no, o si hay
animadversión o dejó de haberla, pero sobre todo que no hay manera de entender
qué significa el borrón y cuenta nueva en la política de comunicación de la
Cuarta Transformación.
Zoé es todo lo que dijo el Presidente al anunciarlo como relevo de Germán.
Estudió Ciencia Política, posee una maestría, ha sido diputado federal y
senador; es politólogo y tiene experiencia… en periodismo (hasta obtuvo un
Premio Nacional como colaborador “fifí” del periódico Reforma), pero su paso
por la administración pública se reduce al poco tiempo que estuvo en
Gobernación como Subsecretario.
Si sólo por su honestidad da el perfil para dirigir el IMSS, quizás López
Obrador debió usarlo en otra área, incluso como secretario de Gobernación.
Conozco a muchos de los antiguos compañeros de su padre en el PRI que confían
en él porque, dicen, se distingue por cumplir compromisos contraídos.
Manejar la caldera a punto de estallar que es el IMSS no le resultará tarea
fácil, sobre todo a partir del claridoso diagnóstico con que se despidió el ex
presidente del PAN que, por lo menos, había sido secretario de la Función
Pública en el sexenio de Calderón.
Habrá que observarlo en la misión vital que le encargó el Presidente y esperar
a que se presente la oportunidad de desentrañar qué había en el indescifrable
mensaje de borrón y cuenta nueva porque en honor a la verdad, duro de
entendederas que uno es, no lo capté.