La Reforma Educativa y el síndrome del cacoqueco
Aprobación o no de dictamen en los términos exigidos por la CNTE serán definitorios para la suerte de la Cuarta Transformación
Por Juan Bustillos
No miente Porfirio Muñoz Ledo al anunciar la existencia de
condiciones para que los diputados voten el dictamen de la contrarreforma
educativa.
Pero la única condición posible es el cumplimiento del gobierno y del partido
oficial a lo prometido por Andrés Manuel López Obrador en campaña y que el
coordinador de la Cámara Baja, Mario Delgado, haga lo propio: Desaparecer hasta
la última coma de la reforma de Enrique Peña Nieto.
Por lo pronto, ayer circuló en los teléfonos de los diputados la noticia en el
sentido de que en lo restante de la semana no habrá votación, aunque tampoco se
especificó si la próxima se aprobará, por fin, la nueva en los términos que
habría gustado a Rubén Núñez, el extinto ex líder de la sección 22 de la CNTE
en Oaxaca.
Y ya se sabe cuáles son los términos de la CNTE: Que el Congreso y,
consecuentemente, el gobierno les den hasta lo que no pidieron: Dinero y
plazas, lo menos
Para decirlo en términos chairos o, más bien, mexiquenses, de cuando los
priistas estaban muy lejos de perder el poder para siempre, estamos hablando
del “Síndrome Cacoqueco”, es decir, la pregunta del proveedor de placer que
angustiado pregunta si satisfizo al objeto de su atención.
La aprobación o no del dictamen de la nueva Reforma Educativa en los términos
exigidos por la CNTE serán definitorios para la suerte de la Cuarta
Transformación porque la disyuntiva es simple: O el magisterio disidente
consigue lo que quiere, que, además, le fue prometido, o permanecerá vigente la
de Enrique Peña Nieto, aún y sea “mal llamada Reforma”, como dice el
Presidente, y aunque sea incumplida, como seguramente ocurrirá, si, al final,
la legislación permanece intocada.
Y esto es impensable.
La cuestión es que, día a día, el gobierno parece perder mayor espacio de
maniobra. Por ejemplo, la Cámara de Diputados espera la llegada de un
contingente de unos 3 mil 500 activistas de la Universidad Autónoma de
Chapingo, movilizado con cualquier pretexto, pero que, al final de la jornada,
hará causa común con la CNTE.
En estas circunstancias, los negociadores deben encontrar la manera de
satisfacer al magisterio sin ceder más de lo permisible. En otras palabras,
hacer bueno el chiste mexiquense del “Cacoqueco” sin que parezca derrota.
Por lo pronto, luce desesperado el coordinador de los diputados de Morena,
Mario Delgado. Su declaración en el sentido de que la CNTE puede disponer del
tiempo que necesita para revisar el dictamen de la Reforma Educativa suena a
derrota anticipada, sazonada con una pregunta grotesca: ¿Cacoqueco?
La pregunta es si cuando la minuta de Mario Delgado llegue al Senado, los
padres de la patria estarán dispuestos a estos juegos eróticos.