No hubo complot en el Senado, pero viene la CNTE
El congelamiento de la Reforma Educativa ocurrió ante el exceso de confianza de Salomón Jara, vocero de Ricardo Monreal, de que todo estaba tan bien planchado que, hasta sin su voto, el Presidente cumpliría una de sus promesas emblemáticas
Por Juan Bustillos
Salomón Jara, vocero de la coordinación parlamentaria de Morena, carga sobre su espalda la desdicha de un voto que frustró el primer enorme triunfo del Presidente López Obrador
Lo
sensacional, lo ideal, periodística y políticamente, sería hablar de un
“compló” contra el Presidente Andrés Manuel López Obrador o, de perdida, en
perjuicio del coordinador de los senadores morenos, Ricardo Monreal, que con la
jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y el secretario de
Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, se contemplan, desde ahora, como los
posibles continuadores, o enterradores, de la Cuarta Transformación.
De ser un “compló” habría material para un festín político y periodístico especulando
en torno al grupo político que tuvo la osadía de asestar un golpe severo a
López Obrador y mortal a Monreal.
Pero no hay tal. El congelamiento de la Reforma Educativa del
cuartotransformador y la supervivencia de la “mal llamada” de Enrique Peña Nieto
no tiene que ver con un compló en contra de Andrés Manuel, como al tabasqueño
gustaría gritarlo a los cuatro vientos en la plaza pública o en su conferencia
de prensa mañanera, ni contra uno de los más visibles aspirantes a tomar el
control de Morena, o de la candidatura presidencial para 2024, sino con algo
vulgar que nada tiene que ver con el accidente automovilístico que pudo sufrir
la hija del senador Salomón Jara ni con una cena que se prolongó más allá de lo
permisible, sino con la suposición del vocero de la coordinación senatorial de
Morena, y ex candidato a gobernador de Oaxaca, de que todo estaba tan bien
planchado que, hasta sin su voto, el Presidente cumpliría una de sus promesas
emblemáticas, el desmantelamiento, hasta los cimientos, de la reforma
legislativa que Peña Nieto consideró como la más importante de su gobierno.
Una de las mayores afrentas que haya sufrido el Presidente López Obrador en los
primeros cinco meses de su sexenio, la vigencia de la ley Peña Nieto en
educación, porque a Morena le faltó un voto para enterrarla en el Senado de la
República, tiene que ver, como decía, con el cálculo erróneo de Jara, vinculado
a la CNTE, de que, sin su voto, Monreal tenía asegurada la aprobación de la Ley
Educativa de la Cuarta Transformación, de tal suerte que podía marcharse del
salón de sesiones sin consecuencia alguna para el proyecto transformador del
Presidente.
SE
LE HIZO FÁCIL
Quizás porque, en efecto, se accidentó su hija (y no hay razón para dudarlo) o
porque, como dice Juan José Bustillos, se le hizo fácil, se ausentó del salón
de sesiones dando por descontado que la minuta sería aprobada.
Más tarde, horrorizado, se enteraría de que, por su culpa, Monreal le quedó mal
al Presidente.
En
realidad, la culpa no es exclusivamente suya porque hubo otros dos senadores
que tampoco estuvieron presentes a la hora de la votación definitiva, pero la
verdad es que la ausencia de Juan José Yáñez y de Jesús Lucía Trasviña, uno de
Morena, como Jara, y la otra del PES, a nadie importa.
Jara es importante por su vinculación a Monreal. No por nada es vocero de la
coordinación de los senadores de Morena y fue candidato a gobernador de Oaxaca,
y encargado de presentar la iniciativa, frustrada, para revocar permisos de
operación, en México, a las calificadoras de riesgo de inversión, de tan poco
agrado para el Presidente.
Sin embargo, es tan importante para el equipo de Monreal, y su pecado de tal
gravedad, que las presiones en la Coordinación senatorial de Morena le
impidieron formar parte de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión,
como estaba contemplado en los planes de su jefe.
Y eso es lo más suave que le ha pasado como consecuencia de su mal cálculo;
todavía falta saber qué planes tiene el Presidente para quien le echó a perder
la que habría sido una de las más celebradas de sus victorias sobre el
neoliberalismo.
Pero más allá de las razones por las que Jara se ausentó del salón de sesiones,
la gran lección para Morena, para su líder espiritual, el Presidente, y para
sus sumos sacerdotes, quienes sean (de la secretaria de Gobernación, Olga
Sánchez Cordero, hasta el más modesto de los empleados de la Cuarta
Transformación), es que no pueden partir del supuesto de que todo está
consumado sólo porque consiguieron 30 millones de votos y porque las oposiciones
están disminuidas o dispuestas a complacerla.
López Obrador y Monreal perdieron en el Senado por un voto, un miserable voto
que, mientras no concluya el periodo extraordinario de sesiones del Congreso de
la Unión, permitirá a la Reforma Educativa de Peña Nieto, “punitiva” y todo,
seguir vigente para vergüenza de los cuartotransformadores que recibieron la
mayor lección de la democracia: Se pierde y se gana por un voto.
Quizás se trate sólo de unos cuantos días, pues los cálculos son que el
miércoles 8 inicie el periodo extraordinario de sesiones, pero suficientes para
que los morenos reflexionen.
La fijación del Presidente López Obrador contra la Reforma Educativa ha sido
tal que lo llevó a suponer que podría abrogar, por decreto, la Ley Peña Nieto y
regresar a la anterior a 2013; cuando descubrió que sólo lo puede hacer el
Congreso, y que Morena no cuenta con los votos para darle gusto, dictó y firmó
un memorándum que obliga a los secretarios de Gobernación, Educación y Hacienda
a violar la ley si cumplen sus directrices.
La solución legal estaba en el Senado, pero como el senador Jara no sabe sumar,
el Presidente tuvo que regresar al supuesto de que con el memorándum puede
dejar sin efecto la ley Peña Nieto.
No hay duda de que en breve habrá nueva Reforma Educativa y que todo lo aquí
expuesto quedará en mera anécdota, pero los legisladores de Morena deben
aprender que todos los votos cuentan.
En el pasado, que quisieran borrar de la historia del país, los priístas, por
ejemplo, Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa, eran capaces de sacar del
hospital y llevar al salón de sesiones a los diputados y senadores aún en
camilla y con el suero conectado a sus venas. Suena a exageración, y lo es,
pero el símil sirve para hablar de disciplina partidista.
Parece no tener importancia, pero no olvidemos que el Presidente ya sufrió la
indisciplina en la Cámara de Diputados cuando un grupo de legisladores
comprometido con la CNTE votó en contra de su Reforma Educativa.
Indignados porque el Presidente los llamó “fifís”, los diputados Carol Antonio
Altamirano, Azael Santiago e Irma Juan Carlos dijeron haber votado en contra
empujados por su conciencia.
Al hacerlo reclamaron que en Morena no haya lugar para el pensamiento crítico.
“Los señalamientos ocurridos este fin de semana en Oaxaca… se hace evidente…
que una opinión diferente es enfrentada con adjetivos calificativos que
alientan el linchamiento”, dijeron.
Si Monreal no pudo explicar la pifia de Jara, también de Oaxaca, el coordinador
de los diputados de Morena, Mario Delgado, no puede ir a Palacio Nacional a
decir al Presidente que los legisladores oaxaqueños están en contra de “la
existencia del pensamiento único”.
Aunque
de los ocho diputados oaxaqueños que votaron en contra de la iniciativa de
López Obrador sólo uno es de la CNTE, es inevitable comparar lo que ocurrió en
la Cámara Baja con lo de la Alta si aceptamos que Salomón Jara no se ausentó
del salón de plenos por su cercanía a la CNTE y sí por el accidente de su hija,
o porque no se dio cuenta que se le hizo de noche en la cena.
Como sea, con o sin “compló” en el congelamiento de la Ley López Obrador, en
beneficio de la de Peña Nieto, el Presidente y sus coordinadores legislativos
deben estar más atentos a lo que hacen sus huestes porque, de lo contrario, en
el futuro inmediato podrían asestarle golpes más severos a la Cuarta
Transformación.
Y López Obrador no puede darse el lujo de que otro Salomón Jara lo deje colgado
de la brocha y lo obligue a insistir en la legalidad del memorándum rechazado,
inclusive, por la Comisión de Derechos Humanos.
Para concluir, en el Senado no hubo “compló” contra López Obrador ni Monreal,
pero la votación en contra de los ocho diputados oaxaqueños presagia, como el
vandalismo de la CETEG contra el Congreso de Guerrero en Chilpancingo, lo que
podría ocurrir entre el 15 y el 18 de mayo próximos, en la Ciudad de México,
con la movilización de la disidencia magisterial, declarada abiertamente en
contra de la reforma de López Obrador.
La CNTE quiere votar y tiene manera de hacerlo. Ya lo veremos.