Mónica Rubalcava
Ciudad de México, 17 ago (EFE).- Con una mirada personal, poética y sin ganas de “meter el dedo en la llaga”, Carlos Eichelmann Kaiser lleva al Festival Internacional de Cine de Venecia “Zapatos rojos”, una historia en la que retrata el dolor de México sumido en la violencia mientras reinterpreta la relación con su padre.
“Creo en el cine que atiende la herida, pero desde un lugar afirmativo. No soy muy fan del cine que mete el dedo a la llaga y la hace sangrar, ya sé que el país está mal, que yo estoy mal, que el mundo camina vertiginosamente a un lugar complicado. Pero, ¿dónde esta la apuesta por algo mejor?”, dice este miércoles el cineasta en entrevista con Efe.
Bajo esa premisa, Kaiser trabajó en su ópera prima narrando el trayecto de un padre campesino hacia la Ciudad de México en la búsqueda del cadáver de su hija, a quien no veía en décadas.
Y sin tratar de “ser ventajoso” en el retrato del tema, también se adentra a un universo personal al retratar su lugar de origen y reinterpretar su propia relación con su padre.
“Quería hacer una película que hablara de la relación con mi papá y filmamos en San Luis Potosí, en Wirikuta, esta zona que tiene un peso energético donde pasan cosas difíciles de explicar”, cuenta.
“Me gusta mucho honrar al linaje, entender que el lugar en el que nací es parte de esto”, añade.
El proyecto comenzó a escribirse en 2018, pasó por talleres en 2019 y se rodó en 2020 en medio de la primera ola de la pandemia en un ambiente de angustia y confusión por el desconocimiento sobre la covid-19, y en un afán de proteger a su protagonista, Eustacio Ascacio, un actor natural de más de 70 años.
“Fue especialmente duro por Tacho (Eustacio), estábamos totalmente en riesgo”, reconoce. “Mi miedo venía más de lo personal, yo hice un trato con Tacho y su familia, les dije que me lo llevaba de una pieza y lo regresaba de una pieza”.
No obstante, considera que dentro de lo malo, “le vino bien” al filme grabar en la pandemia, por el nivel de compromiso y concentración que se necesitó para lograrlo.
EL DESTINO
Carlos encontró a su protagonista mientras escribía el guion de la cinta, cuando en un grupo de resistencia civil al que pertenece enviaron un reportaje en el que aparecía el minero retirado (Eustacio) hablando de la situación del norteño estado de Coahuila, de donde es oriundo.
Hizo unas capturas de pantalla donde estaba el nombre de Eustacio Ascacio y continuó con su proyecto. No fue hasta que la película estaba más cercana a volverse realidad que le pidió al equipo de casting que lo encontraran.
“Me fui a Coahuila a hacerle un casting presencial de una escena en la que hablaba con su hija muerta (que no está en la película) y se le empezó a quebrar la voz de una forma muy honesta. Del otro lado del cuarto su mujer, Cipriana, empezó a llorar también”, relata.
“Se acabó el casting y quedamos todos muy contrariados con una energía en el cuarto muy intensa, no entendíamos qué había pasado”, ahonda.
Carlos se enteraría después que Eustacio y Cipriana habían perdido a una hija.
“Ahí te das cuenta de que no es una decisión tuya, que es la película la que está escogiendo su camino”, comenta.
Eustacio, que no sabe leer, primero fue reticente a aceptar actuar en el proyecto, pero después accedió y Kaiser cree que fue porque entendió que podría trabajar el duelo de su hija desde el filme.
Ahora tanto él como su esposa trabajan para tener sus papeles en orden y llegar la Mostra de Venecia (31 agosto-10 septiembre), pues el filme estrena en la sección Horizontes Extra.
Mientras tanto, Carlos ya trabaja en una película totalmente “opuesta” a “Zapatos rojos”.
“Esta película podría decir que tiene una energía muy masculina en cierto sentido con el desierto, la gente muy seca, esta gente del desierto muy parca, pero con un mundo interior muy fuerte. Ahora me gustaría que esta película fuera muy femenina, la selva, la lluvia, lo húmedo, un misterio”, adelanta.EFE