La ciencia está desafiando los límites de lo que entendemos como vida y muerte.
Un grupo de investigadores ha documentado un fenómeno sorprendente: ciertas células pueden entrar en un estado intermedio entre la vida y la muerte, un territorio biológico jamás visto que cambia radicalmente lo que sabíamos sobre cómo mueren los organismos.
Este hallazgo ha sido descrito como el descubrimiento de una “tercera condición”, donde células que aparentemente estaban muertas, no solo sobreviven, sino que se reorganizan, se mueven por sí solas y hasta reparan tejido.
Ejemplos impactantes:
Xenobots, creados a partir de células de piel de rana ya muertas, pueden formar pequeños organismos vivos que se desplazan, transportan cargas y se autorreproducen. Anthrobots, elaborados con células humanas de pulmón, han demostrado moverse, detectar estímulos y ayudar a regenerar neuronas dañadas.
Aunque estas células provienen de tejidos sin vida, bajo condiciones específicas como nutrientes, oxígeno y ciertos estímulos eléctricos, se activan como si “recordaran estar vivas”.
🔎 ¿Cómo es posible?
Los científicos creen que estas células aún conservan la capacidad de comunicarse mediante señales eléctricas y bioquímicas, gracias a canales iónicos que funcionan como una especie de circuito biológico. Algunos genes incluso continúan activos hasta 48 horas después de la muerte, generando un fenómeno conocido como thanatotranscriptoma.
Este descubrimiento no solo plantea nuevas preguntas filosóficas sobre la muerte, sino que abre la puerta a posibles aplicaciones médicas como la creación de sistemas autorreparables, terapias celulares avanzadas y biotecnología regenerativa sin precedentes.
¿Estamos ante una nueva definición de vida?
La ciencia aún no lo define, pero lo cierto es que la línea entre estar vivo y estar muerto acaba de volverse mucho más borrosa.
