lunes, enero 27, 2025

La maestra Santera.

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  • La maestra Santera.

Corría el año 2015 y Fernando, dueño de una vulcanizadora ubicada en Villas del Guadiana, Durango, mantenía una relación extramatrimonial con una joven a quien llamaremos Lupita. Esta estudiaba en la Universidad Pedagógica de Durango y se disponía a terminar su carrera de maestra. No pasó mucho tiempo para que el protagonista de la historia comenzara a darse cuenta de comportamientos no comunes por parte de la que él llamaba su novia, tales como darles de comer a figuras de santería, no salir en ciertas ocasiones por órdenes de Shangó (uno de los santos de esta religión), ofrecer oraciones en ciertos horarios establecidos e interrumpir sus actividades para hacer la veneración. Además, usaba collares y pulseras propios de su creencia que nadie debería tocar. A decir del vulcanizador, todo le parecía muy raro, pero él estaba encantado con la futura maestra.

Un viernes por la tarde, al pasar a recogerla a las afueras de la UPD, ella le pidió que no la buscara más, ya que su santo le había pedido rotundamente que terminara esa relación. Fernando opuso resistencia porque sentía mucho deseo hacia Lupita. Estuvieron hablando por un largo rato hasta que decidieron dejarse de ver por un tiempo. Al paso de unas cinco semanas, Fernando decidió volver a buscarla llevándole flores y reconquistándola poco a poco. Lo logró y volvieron a intimar, cosa que no le gustó a Shangó. Es aquí cuando comenzaron a pasar sucesos paranormales. Primero, Fernando comenzó a sentirse perseguido, sentía una presencia muy cerca de él y no solo eso, se sentía en riesgo. Comenta que un par de veces amaneció con arañazos no naturales, inexplicables incluso en partes de la espalda donde no habría alcanzado. Pero la gota que derramó el vaso fue la última vez que vio a Lupita porque a decir de él mismo, no le quedaron ganas de buscarla más.

Mientras bebían unas cervezas dentro del carro en la zona del Pueblito, alrededor de las 8 o 9 p.m., ya oscurecido, algo cayó encima del toldo. Fue súbito, un golpe seco como de una persona o un animal de buenas proporciones. Fernando salió asustado a ver qué había ocasionado ese golpe, siendo su sorpresa que no había nadie ni cerca, ni personas ni animales probables, solo el toldo doblado de su Camaro 1986, que por cierto es de buen fierro. Lupita también bajó y le recordó que no tenía permiso para seguir con él, que había sido Shangó el culpable y que lo mejor era que ahí parara todo, que Shangó estaba celoso y que esa fue la última advertencia. Fer decidió acertadamente terminar ahí y, a decir de él mismo, nunca más buscarla ni tener contacto con ella.

Actualmente, Lupita ya se encuentra ejerciendo su profesión de maestra y dicen que trabaja por los rumbos del Huizache. Es soltera y aunque no le faltan pretendientes, ella sigue fiel a su religión y a su Shangó. Del vulcanizador, sabemos que después de esa experiencia se enfocó en sus hijos y esposa.

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