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sábado, noviembre 23, 2024

¿Mentir, es correcto?

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Por; Ernesto González Valdés

Cuando niño (hace muchas lunas), si mi madre me “agarraba” en no decir la verdad, por muy pequeña  que fuese su magnitud, ante alguna interrogante, producto de no haber hecho lo orientado – tarea de la escuela, no hacer la cama, dejar algo desordenado -,  su castigo consistía en no dejarme jugar con los amiguitos del barrio, pero aparte de ello faltaba el que me “guiñase la chaqueta” mi padre, el pobre cansado de una extensa jornada de trabajo… “Ernestito, hijo, ¿por qué mentir? y… apoyo lo que dice tu madre, cero juego este fin de semana!”

Faltaba el final… antes de dormir, arrodillado al borde de la cama, tres padres nuestros y tres aves maría, lo cual formaba parte de hacerme mejor y erradicar mi falta.

Ya más adulto – rememorando páginas de la infancia – con la posibilidad de juzgar en estos momentos y no antes por un problema de respeto hacia mis padres, cosas (no verdades) que podían resultar catalogadas, sencillamente como mentiras piadosas. Lo antes descrito, como anécdota, me conduce a pensar, si a veces amerita decir la verdad y nada más que la verdad o un “tuquito” no cierto, de algo que no dañe a nadie.

Pero, ¿qué es mejor, decir la verdad o una mentira piadosa? Por ejemplo: jóvenes que se mienten acerca de su aspecto, persona que alardean de su trabajo… En muchas ocasiones nos encontramos esta disyuntiva, pero tomar una u otra decisión puede tener consecuencias muy distintas.

Queda claro que no siempre resulta fácil convertir una mentira en una historia creíble, pero de plantear la pura verdad, esta podría tener efectos devastadores, por tanto, urdir una pequeña e ingeniosa mentira piadosa nos puede sacar de un apuro.

¿Indicar a un paciente directamente, una enfermedad que no tenga cura?, un estudiante que plantea que no pudo estudiar – prepararse para ser evaluado – porque, porque… ¡su abuelita a última hora, hubo que llevarla al odontólogo, porque su dentadura no aparecía por ninguna parte! (Indiscutiblemente un émulo de Pinocho, ¿o “Pinueve”?)

Sin embargo, ¿qué decir cuando alguien queda mal con usted, y que simplemente no cumplió rayando en el engaño? Uno: ya la mentira deja de ser piadosa; dos: enfrentar el problema e indicar a la persona, de forma respetuosa, la falta en que cayó. ¿Medida? Todo dependerá de la magnitud de la mentira. ¿Aplazar al estudiante en su evaluación, notificar a los padres el irrespeto?, ¿Conversar con el joven y fundamentarle el porque de la no necesidad de buscar una justificación, injustificable, más allá de la jocosidad de la mentira piadosa?

En fin, todo dependerá de la situación que se presente, aunque me apunto o inclino al bando de la verdad. En la medida que seamos honesto, decir las cosas como son apoyándonos tal vez en el arte de la diplomacia, autocríticos en el caso de equivocarnos, las personas que han de evaluar nuestro desempeño, padres, abuelos, tutores, autoridades de la institución para la cual trabaja, personas a las cuales dirigimos, tendrán de usted – sin distinción de edad – una opinión favorable, lo cual será un valor agregado a sus cualidades y virtudes.

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