viernes, abril 19, 2024

Palabra dominical por Faustino Armendáriz

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Domingo de la Epifanía del Señor

 Regresaron a su tierra por otro camino.

Mt 2, 1-12

Unos magos de oriente llegaron…

Reyes quizá, sabios seguramente, Gaspar, Melchor y Baltazar, guiados por una estrella, se ponen en camino, en salida.  Una vieja tradición cuenta que cada uno representa un tercio de la humanidad, es el mundo entero, en porvenir, que viaja, que está en salida.

En esta Solemnidad del Epifanía les propongo que veamos en cada uno de estos ‘reyes magos’ el deseo y la astutica de ser hombres en ‘salida’. El primero rey mago que ofrece oro, es el economista; el segundo da mirra con virtudes medicinales: es bioquímico; el tercero, con el incienso, es el poeta. Son los mejores en su papel. Hoy diríamos que Gaspar-oro hubiera merecido el Nobel de economía, Melchor-mirra, el de física o medicina, y Baltazar el de literatura o de la paz. Los tres saben que el dinero, la ciencia, la comunicación pueden construir o destruir, hacer y deshacer los gobiernos, la guerra o la paz.

En ese relato de una profundidad insondable, los tres reyes presentan al niño rodeado del buey y del burro sus ofrendas poderosas y ambivalentes. ¿Qué vinieron a buscar en Belén? ¿Más riqueza, saber, poder? Como magos, saben, como reyes, pueden. Astrónomos, al seguir la estrella buscaban posiblemente la cumbre del poder y de la gloria. Explicaron al rey Herodes que sabían que un rey acababa de nacer. Al final de su largo viaje, ¡o sorpresa!, encuentran un bebé recién nacido, acostado en un pesebre, rodeado de animales comunes y corrientes y de una pareja que aún no se registra en el censo universal ordenado por el emperador romano. Nada de riqueza, ciencia, y de comunicación mediática.

Ellos, ‘los reyes magos’ o toda la humanidad representada en ellos, buscaban el todo, descubren la nada, o casi nada, solo el Evangelio, al Dios hecho hombre.

Buscaban un rey más poderoso que sus tres potencias bajo el firmamento que les mandaba la luz y descubren al fondo de una cueva helada, tres sin hogar tirados en la paja, acompañados por un buey y un burro, y visitados por los pastores vecinos. Buscaban la energía ordinaria y global, que transforma al mundo, descubren la extrañeza, casi vacía y sutil, del Evangelio.  Una forma de vida distinta, la vida con sabor a Evangelio.

Descubren, que esa nada de poder y gloria lo es todo. Vuelta total: poderosos, sabios, ilustres, con el dinero, la ciencia y la comunicación, descubren de repente el Evangelio en lo que tiene de débil, pobre y popular. En verdad, los reyes magos descubren el Evangelio a la hora de su nacimiento.

Nuestra fiesta popular de los reyes magos viene a culminar la Navidad y la llamamos Epifanía, palabra griega que se aplica a una aparición en la luz. La luz que ilumina a los tres monarcas acostumbrados a vivir en palacios, astrónomos instalados en las torres más altas, que descubren en la cuna de un niño, bajo el aliento de los animales que lo calientan, una “Buena Nueva” que no acabamos, hasta la fecha, de entender, y de tomar en serio.

Navidad = Nacimiento, origen, fuente, en la noche, bajo las estrellas, entre los pastores, gente del pueblo. Poderosos, los reyes magos se prosternan frente al niño inerme y dependiente. El rico Gaspar se arrodilla frente a la pobreza sin hogar, el científico Melchor acompaña a los ignorantes pastores. El letrado Baltazar respeta el silencio de María y José, silencio posiblemente entrecortado por los ruiditos del bebé y de los animales. El Evangelio nos dice que quedaron fascinados, para nada decepcionados. Y finalmente regresaron por otro camino.

Hermanos, esta es la gran enseñanza de Epifanía: El dinamismo de Salida, salir de la propia comodidad para buscar algo más grande, algo mejor (Cf. Evangelii Gaudium, 20). Cómo los ‘reyes magos’ también la sociedad actual es poseedora de grandes cosas: dinero, ciencia y comunicaciones, pero con todo ello, el corazón no ha alcanzado su plenitud, es necesario salir y buscar la Luz que viene de lo alto y que se nos ha revelado, esa Luz es un acontecimiento, es una persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva, esa Luz es la propuesta de vida que contiene el Evangelio.

Quizá por ello el Evangelio de este día termina diciéndonos que los ‘reyes magos’ regresaron por otro camino. Es decir que iniciaron una CONVERSIÓN.

Pidámosle al Señor que también a nosotros nos permita tomar otro camino, que nos bendiga con el Don de la Conversión, que no es otra cosa que aprender a tomar cada vez más en serio el mensaje del Evangelio e intentar ponerlo en práctica en nuestra vida. Ante el Evangelio seguimos siendo siempre como niños que necesitan aprender.

Este año se llevará a cabo el sínodo sobre la ‘sinodalidad’ un proceso que ya hemos empezado en nuestras comunidades, pero ¿Qué significará este acontecimiento?: una gran ocasión de conversión para toda la Iglesia. Pues No es el Evangelio el que cambia, somos nosotros los que empezamos a comprenderlo mejor, de hacerlo actual, vivo y operante en este momento histórico.

Lo contrario a la conversión es el fijismo, es decir, la convicción oculta de no necesitar ninguna comprensión mayor del Evangelio. Es el error de querer cristalizar el mensaje de Jesús en una única forma válida siempre. De quedarnos con nuestro ‘oro, incienso y mirra’, y mantenernos en el mismo camino.

Queridos hermanos, denunciar el mal, aun el que se propaga entre nosotros, es demasiado poco. Lo que se debe hacer ante ello es optar por una Conversión. La simple denuncia puede hacernos creer que hemos resuelto el problema, pero en realidad lo importante es hacer cambios, de manera que no nos dejemos aprisionar más por las lógicas del mal, que muy a menudo son lógicas mundanas.

Comencemos este año, como los ‘reyes magos’: por otro camino, el camino del Evangelio.

Bendecido año para todos.

+ Faustino Armendáriz Jiménez

Arzobispo de Durango

 

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