Es prácticamente imposible que se consume un fraude electoral en un país donde existe una autoridad electoral independiente; sin embargo, es posible donde estas han sido cooptadas, afirmó el director del Departamento para la Cooperación y Observación Electoral de la Organización de los Estados Americanos (OEA) Gerardo de Icaza.
Al participar en la sesión temática titulada “Nuevas prédicas sobre el fraude electoral y sus implicaciones para la integridad de las elecciones”, organizada por el Instituto Nacional Electoral, explicó cómo la narrativa del fraude ha tenido éxito a nivel mundial en los sistemas democráticos.
Externó su preocupación por “narrativas del fraude que llegan al poder y atacan a las instituciones electorales, no se está planteando mejorar el sistema electoral, sino destruirlo y eso me parece muy delicado”.
De Icaza definió tres escenarios en la región: errores que se magnifican y alimentan la narrativa de fraude; conductas dolosas que buscan alterar los resultados electorales como la compra del voto, acarreo de votantes y la manipulación de reglas electorales.
“En los últimos 10 años, en los que la Organización de Estados Americanos ha observado unas 100 elecciones, hemos visto estas cosas, pero se pueden contar con los dedos de una sola mano en dónde se han visto estas cosas de una forma tan determinante que afecte el resultado de la elección”, aseguró.
El director del Departamento para la Cooperación y Observación Electoral de la OEA, señaló que los responsables de la narrativa del fraude también han cambiado, pues anteriormente eran candidatos que buscaban sembrar dudas en el proceso electoral para beneficiarse de los resultados y en la actualidad “esta narrativa se ha instalado en algunos gobiernos”.
Enseguida, la asesora del programa de Elecciones en el Fondo para la Democracia, Tammy Patrick estableció que “no se puede dar por sentado las normas de la democracia, porque pueden desaparecer en un parpadeo”.
Puso como ejemplo las elecciones del 2020 de Estados Unidos que “fue una de las elecciones más seguras, observadas, auditadas, transparentes, de la historia y tuvimos también el número más alto de electores”; sin embargo, se argumentó la narrativa del fraude, que no prosperó porque no se encontraron problemas.
Por su parte el responsable en Paraguay del Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral Internacional (IDEA) Salvador Romero, expuso cómo a diferencia de fines de los años 70 y 80 cuando las denuncias de fraude tenían fundamento e incluso dieron origen a modificaciones a los sistemas electorales en la actualidad, las campañas de fraude están dirigidas en contra de los organismos electorales y de los comicios.
“Elecciones que la observación internacional indican que han sido limpias, que han sido serias, que han sido correctas pueden ser atacadas como elecciones fraudulentas”, planteó.
Señaló que las campañas también se enfocan en contra de algunos elementos centrales del proceso electoral como el voto postal, la urna electrónica o el padrón electoral, generalmente son promovidas por actores políticos o gobiernos y se multiplican en las redes sociales.
“¿Cuáles son los objetivos de esas denuncias desde el gobierno? A veces, eventualmente, justificar resultados que pueden ser adversos, pero en otros casos el objetivo es socavar la independencia de los organismos electorales independientes y buscar “cooptarlos” al haber desacreditado el funcionamiento imparcial, correcto, de estas instituciones, buscándole darles un color, un contenido partidario que no tienen”, advirtió.
Ante ello, dijo que hay un deber democrático de vigilancia, de decir cuándo una denuncia tiene fundamentos y señalarla, separarla del resto para que no se confunda con señalamientos de fraude sin sustento.