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miércoles, noviembre 20, 2024

José Ramón Enríquez: ¿Alcalde o Mercenario?

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La Duda
De Alejandro Álvarez Manilla

José Ramón Enríquez parece estar empeñado en regresar a la alcaldía de Durango, aunque su historial de vaivenes políticos solo ha dejado desconfianza en quienes alguna vez creyeron en él. Durante su primer periodo como alcalde, no pasó un año antes de que entrara en conflicto con el entonces jefe del Ejecutivo estatal.

Su ambición lo llevó a abandonar la alcaldía para buscar un escaño en el Senado, al que llegó, sin duda, más por casualidad que por mérito, tras quedar en segundo lugar en las urnas.

Una vez en el Senado, regresó a la alcaldía por unos meses, queriendo hacer creer que tenía un compromiso con Durango. Sin embargo, fue solo una estrategia para intentar reelegirse, esta vez bajo la bandera de Movimiento Ciudadano. Perdió, y volvió al Senado. Y como en toda novela de traiciones, abandonó a MC y se unió a la bancada de Morena. Pero este cambio de partido no fue por convicciones, sino porque su ambición lo llevaba ahora a buscar la candidatura de Morena a la gubernatura de Durango.

Sus aspiraciones se toparon con una realidad que no pudo controlar: Morena eligió a Marina Vitela como candidata para cumplir con la equidad de género. Esto desquició a Enríquez, y, en un intento por demostrar poder, organizó una marcha en Durango financiada –quién sabe con qué recursos– para exigir su lugar.

La gente se hartó de sus promesas vacías y pocos lo siguieron. En su desesperación, lo llevó incluso a Palacio Nacional para intentar hablar con el presidente López Obrador, pero ni siquiera logró que lo recibieran y se quedó afuera parado en la puerta de la calle de Moneda atrás de las vayas.

Después de ese revés, intentó sabotear la campaña de Vitela para que no ganara, buscando así mantenerse relevante. Pero no se dio cuenta de que su credibilidad estaba ya agotada. Lo único que consiguió fue quedar como otro senador más, uno que dobló las manos cuando sus planes se desmoronaron.

Hoy, como un mercenario de la política, vuelve a buscar la alcaldía, sin entender que los duranguenses ya no son tan fáciles de engañar. Si Morena* se atreviera a postularlo para la presidencia municipal, sin duda perdería y lo grave sería que es una posición estratégica que es la antesala de lo que pueda pasar cuando se llegue el cambio de gobierno.

Ahora, imaginemos por un momento que lograra ser alcalde. Si en su momento traicionó a sus propios aliados, no cabe duda de que hoy sería un lastre para el gobierno actual.

Durango no merece que su destino esté en manos de alguien que ve la política solo como una herramienta para su beneficio personal.

La duda, entonces, no es si Enríquez puede regresar a la alcaldía. La verdadera duda es si los duranguenses le permitirán usar nuevamente la presidencia municipal como trampolín, cuando queda claro que su lealtad y compromiso están en el lugar donde más le convenga para su propia ambición.

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