La Duda
De Alejandro Álvarez Manilla
No me queda la menor duda que desde su fundación, la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED) ha sido un símbolo de educación, cultura y lucha social en la región.
La historia de sus rectores y los cambios institucionales no son simples hechos en una línea cronológica sino que representan los momentos en que esta universidad ha buscado reafirmarse como un pilar de la sociedad duranguense.
Sin embargo, en estos días, con el proceso de elección de un nuevo rector, cabe preguntarse: ¿ha evolucionado la UJED al ritmo de los tiempos, o está quedándose atrás?
La UJED se consolidó oficialmente en 1957, cuando el Instituto Juárez se transformó en una universidad. Aquel cambio, que nació de la necesidad de retener talento local y promover el desarrollo socioeconómico de Durango, fue un gran paso hacia adelante.
Pero hemos seguido avanzando o estamos atrapados en una inercia institucional, que ignora las demandas de la modernidad y que a pesar de los esfuerzos y de los múltiples programas de reforma que se han lanzado desde 1988, muchos de los problemas estructurales y de financiamiento que afectan a la UJED siguen sin resolverse.
A lo largo de los años, diversos rectores han pasado por el cargo, cada uno enfrentando contextos específicos y desafíos únicos. Sin embargo, la administración de la UJED ha sido lenta para adaptarse a los cambios del entorno académico y tecnológico que otras instituciones han sabido adoptar rápidamente. La investigación, que debería ser una prioridad en una institución de educación superior, no me queda duda de que ha sido relegada al papel y su desarrollo real ha sido marginal.
Esta falta de impulso a la investigación no solo limita a la universidad, sino que también impide que los estudiantes y docentes desarrollen su potencial en áreas cruciales para el crecimiento del estado y del país.
No es ningún secreto que, en medio de sus desafíos, la UJED siempre ha sido objeto de las tentaciones del gobierno en turno. Y no me queda duda que… ¿Ha de estar muy apetitoso ese manjar universitario?
Hoy, cuando el Consejo Universitario debe elegir entre el Dr. Rafael Mier Cisneros y el Dr. Ramón García Rivera, la UJED se encuentra ante una encrucijada. La elección de un nuevo rector no debería ser simplemente un trámite; es una oportunidad para replantear el papel de la universidad en la sociedad actual.
¿Podrá el nuevo rector sacar a la UJED de su zona de confort y llevarla hacia una verdadera modernización académica y administrativa? ¿O seguirá la universidad en el mismo ciclo de problemas estructurales que la han estancado?
La historia de la UJED nos muestra una institución con una gran carga cultural y un profundo sentido de identidad regional. No obstante, la UJED no puede vivir solo de su pasado. Debe reinventarse, ser congruente con su lema de universalidad y asumir que “nada de lo que es humano nos debe parecer ajeno”.
Esto implica enfrentarse a problemas institucionales, generar cambios con visión a largo plazo y abrir espacio para la innovación. Sin ello, no solo la UJED, sino toda la comunidad duranguense, podría quedarse rezagada en un mundo cada vez más exigente y globalizado.
No me queda la menor duda: el futuro de la UJED dependerá de que logre trascender su pasado y abrace el cambio que tanto necesita. El nuevo rector tendrá el reto de hacer que esta universidad vuelva a ser el motor de progreso que Durango necesita, capaz de formar no solo profesionistas, sino ciudadanos comprometidos con su sociedad.
Y mientras observamos este proceso, me surge una pregunta: ¿tendrá el Consejo Universitario la visión de elegir un líder que esté dispuesto a romper con las viejas prácticas y guiar a la UJED hacia una nueva era? Hoy si tengo esa duda…