La Duda
Por Alejandro Álvarez Manilla
La reciente declaración de la presidenta Claudia Sheinbaum en su conferencia matutina marcó un punto de inflexión para Durango.
La construcción de la presa El Tunal II y la electrificación de comunidades indígenas en la sierra del Mezquital se han colocado como proyectos prioritarios del gobierno federal, lo que podría significar un impulso histórico para el estado.
La presa El Tunal II es más que un proyecto hidráulico. En un estado donde las sequías son cada vez más severas, garantizar el suministro de agua no solo es necesario, es urgente.
Este proyecto promete asegurar el abasto para el consumo humano y la producción agrícola, un sector clave para la economía local.
Durante “Las mañaneras del pueblo”, Sheinbaum anunció que el proyecto ya está acordado con el gobernador y que será parte de una estrategia integral para el desarrollo regional. Pero la pregunta persiste: ¿Durango será prioridad hasta que la obra esté terminada, o el interés se desvanecerá con el tiempo?
Por otra parte, el anuncio sobre la electrificación de comunidades indígenas en la sierra del Mezquital es una deuda histórica que parece atender con los pueblos originarios de Durango.
Según la presidenta, este proyecto se desarrollará como parte del Plan de Justicia para los pueblos indígenas, con la Secretaría de Energía y la CFE a cargo.
El diagnóstico ya está en marcha, y la propuesta incluye no solo la ampliación de la red eléctrica, sino también la instalación de paneles solares y baterías para las zonas más remotas.
Es una medida innovadora que podría garantizar acceso a electricidad en lugares donde nunca ha llegado la luz. Sin embargo, no se trata solo de tecnología, sino de dignidad y justicia social para comunidades que han sido ignoradas por décadas.
¿Realidad o promesas pasajeras?
Estos anuncios dan esperanza, pero también plantean dudas. La historia nos ha enseñado que las grandes obras muchas veces se quedan en el papel o se ven empañadas por la burocracia y los recortes presupuestales. Durango necesita soluciones integrales que vayan más allá de la infraestructura: educación, salud, empleo, caminos transitables.
En La Duda, me pregunto: ¿estamos ante el inicio de una verdadera transformación en Durango o solo frente a promesas que desaparecerán con el tiempo?
Por ahora, estos proyectos son un paso en la dirección correcta, pero el reto más grande será cumplirlos. Durango tiene sed de desarrollo y justicia, y estos proyectos podrían ser el inicio de un cambio, siempre y cuando no queden atrapados en la retórica.
Pero no me queda ni la más mínima duda de que al final, lo que Durango necesita no son palabras, sino resultados.