Capiatá, Paraguay – julio de 2025 — Una historia que comenzó como un acto de amor y segundas oportunidades terminó en una tragedia que ha estremecido a todo Paraguay. Ana Liz Rocío Villalba, de 36 años, fue asesinada brutalmente junto con su hija de 12 años y su madre de 80, presuntamente por el hombre a quien ella había rescatado del olvido: Blas Ramón Serafini Báez, un exconvicto 13 años menor que ella.
Los hechos ocurrieron en una vivienda del barrio 12 de Junio, en el municipio de Capiatá. Según la investigación, Ana Liz conoció a Blas Ramón mientras él cumplía una condena en prisión. El vínculo nació a través de redes sociales, donde comenzaron a interactuar. Con el tiempo, ella comenzó a visitarlo en el penal y, al recuperar su libertad, lo recibió en su hogar con los brazos abiertos.
Ana le ofreció refugio, apoyo, una familia. Pero lo que parecía un nuevo comienzo se convirtió en un episodio de horror. La noche del crimen, Blas Serafini presuntamente atacó y asesinó a Ana Liz, a su hija mayor y a su madre. Las otras dos hijas de la mujer, menores de edad, no se encontraban en casa al momento del ataque, lo que probablemente les salvó la vida.
El principal sospechoso fue detenido en el lugar de los hechos. En sus primeras declaraciones, reconoció su responsabilidad, alegando estar bajo los efectos de estupefacientes. Dijo estar arrepentido y pidió perdón públicamente, aunque su confesión ha generado aún más indignación entre la población.
El caso ha desatado una oleada de conmoción, dolor y reflexión. En redes sociales, cientos de personas han manifestado su solidaridad con la familia de las víctimas, mientras que colectivos feministas y defensores de derechos humanos insisten en que este triple crimen debe considerarse feminicidio múltiple y exigen justicia ejemplar.
Por su parte, las autoridades informaron que el proceso legal contra Blas Serafini ya está en curso y que se solicitará la pena máxima.
Este trágico caso deja al descubierto los peligros de la violencia de género y la necesidad urgente de fortalecer los mecanismos de protección para mujeres, niñas y personas vulnerables. Tres generaciones fueron silenciadas por un acto de brutalidad, en una historia que comenzó con amor… y terminó en horror.
