Por: Alejandro Álvarez M.
No me queda la menor *duda* que en México se esta dando un paso firme y decidido hacia la igualdad y la protección de las mujeres. Las recientes reformas constitucionales y legales marcan un antes y un después en la historia de los derechos de las mexicanas.
Hoy, con la garantía de igualdad sustantiva plasmada en la Constitución, no hablamos solo de promesas, hablamos de realidades que transformarán la vida de millones de mujeres.
Es indudable que la igualdad salarial entre hombres y mujeres, a trabajo igual, salario igual, es un logro monumental. Esta reforma elimina cualquier pretexto para la desigualdad en el ámbito laboral.
Ahora, no solo se reconoce como un derecho fundamental, sino que obliga a todos los sectores a cumplir con justicia y equidad. Y aquí no hay lugar para la *duda*: el Estado está obligado a garantizar que cada mujer reciba lo justo por su esfuerzo.
Otro avance contundente es la paridad de género. Con la obligatoriedad de incluir a mujeres en gabinetes de la Administración Pública Federal y estatal, no hablamos ya de una posibilidad, sino de una exigencia de ley.
Las mujeres deben estar en las mesas donde se toman decisiones que impactan al país, y esta reforma asegura que así será, y es aquí donde no me queda la *duda* que la equidad está avanzando en los espacios de poder y decisión.
En cuanto a la violencia digital y la protección a las mujeres, la *Ley Olimpia* es un faro de esperanza. Esta legislación marca un punto de no retorno en la lucha contra la violencia que, hasta hace poco, parecía invisible.
Las medidas que ahora obligan a los agresores a dejar el hogar cuando se comete violencia familiar son una señal clara: el Estado está del lado de las víctimas, no de los victimarios. No hay espacio para dudas en este avance, porque hoy la protección es real y efectiva.
Además, la inclusión de la violencia vicaria dentro de la ley responde a una demanda urgente de muchas mujeres. Ahora, aquellas que han sufrido agresiones a través de sus hijos cuentan con el respaldo legal para protegerse y defender a los suyos.
El Estado reconoce y combate una de las formas más crueles de violencia. Las mujeres tienen más herramientas para enfrentar a quienes buscan dañarlas a través de los seres que más aman.
Por si fuera poco, el Registro Nacional de Medidas de Protección para Mujeres, Niñas y Niños asegura que ninguna autoridad se quede de brazos cruzados. Este mecanismo garantiza la coordinación efectiva entre las instituciones y los tres niveles de gobierno, con un objetivo claro: que la protección llegue a todas, en todos los rincones del país. Sin *duda*, este es un paso decisivo para que las medidas de protección sean verdaderamente eficaces y accesibles.
Las reformas no solo cambian las leyes, cambian vidas. Seis artículos de la Constitución fueron modificados para fortalecer los derechos de las mujeres, y siete leyes secundarias se han ajustado para garantizar que la igualdad sustantiva y la erradicación de la violencia no solo sean conceptos teóricos, sino una realidad palpable en cada rincón de México.
Hoy, no tengo la menor *duda* de que estamos frente a un momento histórico. Las mexicanas cuentan con más derechos y mayor protección que nunca antes. Estas reformas son una victoria para todas, y nos acercan cada vez más a un país donde la igualdad no sea solo una aspiración, sino una certeza.
¿Será realidad?
Hoy quiero comentar que tuve el gusto de saludar al gobernador de mi estado, el Dr. Esteban Villegas, en la toma de protesta de la Dra. Claudia Sheinbaum. Algo que me da mucho gusto es verlo tan decidido, sobre todo ahora que se avecina la rebatinga en San Lázaro con el presupuesto para 2025.
Sabemos de su liderazgo y astucia, pero ahora le toca apretar a sus diputados y a los de la oposición para lograr un presupuesto que ayude a Durango a crecer y salir del hoyo en el que lo dejaron. Créanlo, si el anterior gobierno lo hubiera planeado, no creo que les hubiera salido tan mal como lo dejaron.