El suceso se produjo ayer a primera hora, informó la Agencia Espacial Europea (ESA), cuando la sonda fue blanco de una “enorme” eyección de masa coronal.
La gran eyección había salido dispara del Sol el pasado día 30 en dirección a Venus y alcanzó también a la sonda, lo que “revela por qué es tan importante la vigilancia ‘in situ’ de la meteorología espacial y sus efectos sobre los cuerpos, y las naves espaciales, del Sistema Solar.
La sonda no sufrió efectos negativos, pues este observatorio solar está diseñado para soportar y medir las violentas erupciones de nuestra estrella, aunque estas tienden a erosionar la atmósfera de Venus.
Los datos enviados desde que Solar Orbiter se encontró con la tormenta solar muestran cómo cambió su entorno local cuando la gran eyección pasó por allí y los instrumentos que registran las cercanías de la sonda registraron, entre otras cosas un aumento de las partículas energéticas solares.
Solar Orbiter está a un cuarto de camino de su misión de una década para observar el Sol de cerca y, por primera vez, sus polos.
Para alcanzar su objetivo de acercarse a solo 42 millones de kilómetros de la estrella pasa en algunas de sus órbitas cerca de Venus para alterar o inclinar su órbita gracias a la gravedad del planeta.
El tercer sobrevuelo de Venus se produjo ayer, cuando Solar Orbiter pasó a unos 6.000 kilómetros de la “superficie” gaseosa del planeta, una distancia equivalente a la mitad de la anchura de la Tierra.
Usar la gravedad del planeta sirve para que “cambie su órbita sin necesidad de masas de costoso combustible. Cuando vuelva al Sol, la aproximación más cercana de la nave será de unos 4,5 millones de kilómetros más cerca que antes”, explicó José-Luis Pellón-Bailón, director de operaciones de Solar Orbiter. EFE