miércoles, diciembre 25, 2024

Pumas UNAM, el equipo que antes producía su propio talento y ahora depende de otros

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Foto; Alfredo López/Jam Media/Getty Images

Pumas UNAM ha sido reconocido durante décadas como un club que hace honor a su filiación académica: genera y promueve nuevos talentos. Claro, el club está separado administrativamente de la universidad, pero la representa y, hasta hace unos años, no había mejor manera de hacerlo que dándole oportunidades a jóvenes jugadores. Luego la dinámica era conocida: partían a otros clubes, pero al menos dejaban en Ciudad Universitaria el orgullo de haber salido de su cantera.

Esa tradición ha mermado de manera dramática en los tiempos recientes. Tan sólo para afrontar la siguiente campaña, el Clausura 2024, los Pumas han fichado a dos delanteros (no pueden producir uno internamente): Rogelio Funes Mori y Guillermo Martínez. Ambos jugadores han hecho los méritos para estar en el plantel de un equipo como Pumas, al que se le debe exigir y mucho: Funes Mori, con todos y los entredichos que pueda tener su carrera, es un histórico de Monterrey; mientras que Martínez rindió muy bien en el Puebla, y fue de los poquísimos delanteros mexicanos que brilló en una competición acaparada por extranjeros.

Pero Pumas, al hacer estos fichajes, demuestra el descuido ya extenso de su cantera. No son capaces de encontrar, formar y darle cabida a un delantero propio. Lo mismo puede decirse de prácticamente todas las posiciones clave. Tampoco los dos delanteros que se han ido eran de casa: Juan Ignacio Dinenno y Gabriel Toro Fernández. El portero, Julio González, es canterano de Santos Laguna, del mismo modo que Ulises Rivas. César Huerta, mejor jugador pumista del torneo pasado, de Chivas. Y la columna vertebral es extranjera: Eduardo Salvio, Lisandro Magallán, Nathan Silva y Robert Ergas.

Se puede hablar, por ejemplo, de la alineación con la que Pumas salió a jugar las Semifinales de Ida contra Tigres, el pasado Apertura 2023. Tan sólo dos elementos de su once inicial eran canteranos: Santiago Trigos y Jesús Rivas. El resto eran extranjeros o mexicanos formados en otros clubes de la Liga MX. Pumas vive un momento crítico en ese ámbito a pesar de que, desde su irrupción en la Primera División mexicana en los sesenta, se les ha considerado un semillero de talentos.

Y no es nuevo. Basta con ver a sus últimos referentes. Sus jugadores más destacados, emanados de las filas auriazules, han sido Jesús Gallardo y Alan Mozo. El primero partió desde 2018 a Rayados de Monterrey y el segundo hizo lo propio con rumbo a Chivas en 2022. Dice mucho que ambos sean laterales. Se trata, desde luego, de una posición relevante, pero queda muy lejos de aquella época en la que Pumas producía delanteros hasta para aventar al cielo.

En cuanto a exportación, la problemática queda más expuesta. De por sí el futbol mexicano no se caracteriza por exportar ni cuantiosa ni cualitativamente. Ese déficit tendría que combatirlo un club como Pumas, que hizo a Hugo Sánchez, el mejor jugador mexicano de la historia. No ha sido así. Jorge Ruvalcaba partió a Bélgica tras buenas temporadas en Pumas, pero fue formado en Estados Unidos. En realidad, su última exportación exitosa fue Héctor Moreno. Y eso pasó en 2008, cuando lo vendieron al AZ Alkmaar de Países Bajos.

Pumas ha encontrado una forma de competir sin tener el mejor presupuesto posible, pero ha descuidado su cantera de manera crónica. La fórmula debería consistir en sacar jugadores y arroparlos con gente de experiencia y capacidad probada. Pero han emprendido un camino alterno, que tampoco les ha dado grandes alegrías, pues no son campeones desde hace doce años (ya casi trece). Y no parecen muy interesados en cambiar esa dinámica a corto plazo.

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