Por Martha López-Huan
Mérida (México), 30 jun (EFE).- El circo mexicano, que atravesaba tiempos difíciles por la prohibición de animales en espectáculos y la pandemia de la covid-19, empieza a levantar de nuevo sus carpas y a reencender sus luces, como demuestra el Forever Circus en el sureste mexicano.
“Por la pandemia del coronavirus fuimos de los primeros negocios que cerraron y los últimos en abrir en el país y en (el estado de) Yucatán reiniciamos en marzo pasado, es decir, dos años exactos no tuvimos actividad en México”, cuenta este jueves a Efe el payaso Pope Pope, dueño del circo.
El artista, de nombre Luis Gaspar Mejía, cumplió un sueño de vida al crear su propio palacio de carpa, y ahora la esperanza lo abraza al vislumbrar un horizonte favorable para el espectáculo
“El público quiere salir y le sigue gustando el circo, donde la magia se vive como en ningún otro sitio”, manifiesta.
Además, los pequeños que visitan por primera vez un circo salen contentos.
“Ven un mundo diferente, ya que en ningún otro lugar se estimulan tanto los sentidos con los colores, aromas y sabores”, opina.
UNA CRISIS TRAS OTRA
La pandemia de covid-19, que ha dejado en México casi 6 millones de casos y más de 326.000 muertes, la quinta cifra más alta del mundo, provocó el cierre de los espectáculos y la reducción de aforo en 2020.
Pero además el circo tuvo que adaptarse antes a la prohibición de usar animales salvajes que arrancó en 2015.
Aún así, la carpa sigue siendo “mágica, un imán para convocar a la familia y envolverlo en ese universo mágico y peculiar”, asevera Mejía.
Sin animales, dice que el circo tuvo que reinventarse.
“Ahora son temáticos y vamos hacia en meta”, afirma.
Esta temporada, que Forever Circus emprendió en Yucatán y continuará por otros estados del sureste como Quintana Roo, Campeche y Tabasco, ofrece un espectáculo totalmente tradicional, con acróbatas, payasos, bailarinas y artistas sorpresas.
“Primero resolveremos las carencias ocasionadas por dos años de inactividad”, dice con pesar y enumera seguros de vehículos vencidos, baterías y llantas inservibles. “Pero gracias a Dios la lona está bien”.
Pope Pope, quien hace muchos años ofrecía conferencias para profesionalizar a los payasos en el sureste mexicano, dijo que había unos 25 circos medianos y pequeños que recorrían ciudades y pueblos en la región, pero “muchos emigraron a Estados Unidos, porque ahí aún trabajan con animales”.
“A los cirqueros del vecino país les permiten trabajar con camellos, cebras, elefantes y tigres”, asegura.
Pope Pope revela que lleva 27 años de trayectoria y es feliz, pues cumplió un sueño: tener su propio circo y marcar la diferencia al impartir conferencias para payasos en Mérida.
“Doy gracias a Dios porque soy profeta en mi tierra, aunque soy licenciado en hotelería y me fue bien, nunca pensé en poner una agencia de viajes, siempre quise tener un circo”, confiesa.
EL SHOW DEBE CONTINUAR
El historiador y poeta mexicano Adolfo Camilo Góngora López denuncia que los circos están desapareciendo en México “por la farsa que montó el Partido Verde Ecologista disfrazada de iniciativa que prohíbe el uso de animales”.
“Por esa ley, que se aprobó con el pretexto de maltrato a los animales, en los circos ya no vemos caballos, cebras, elefantes, monos, tigres de bengala ni perros”, opina en entrevista con Efe.
Para el excatedrático y escritor, “la pandemia no afectó tanto como esa prohibición que se registró en julio de 2015 cuando se modificó el artículo 78 de la Ley General de Vida Silvestre en México”.
“En la actualidad los circos son un tema complejo porque están desapareciendo, antes en el sureste de México llegaban grandes circos como el Atayde”, añade el historiador 71 años.
También coincidió con Pope Pope en que varias carpas se fueron a Estados Unidos, donde “el público disfruta la actuación de pequeños simios, tigres y otros animales que son la esencia del circo”.
UN ELENCO DE ALTURA
El elenco del Forever Circus lo conforman los payasos Chifloncito Kanicatu y Tintini, así como Nandy Rodoger de Mazatlán, quien presume su habilidad con aros de colores que giran de acuerdo con el ritmo que marcan sus piernas, caderas, hombro y cabeza.
Los acróbatas mexicanos Ángel Gutiérrez, Raymond Piller y el equilibrista de manos Luis Vidal dejan sin aliento cuando están en las alturas.
“Tenemos que estar en constante preparación y adoptar rígidas disciplinas para cautivar al público”, dice a Efe Ángel, joven enamorado del circo.
Lupita Garrido llevó a sus dos hijos a una de las funciones para que apreciaran la tradición del circo.
“Del circo de Pope Pope me gusta todo, especialmente los trapecistas que me hicieron gritar cuando parecía que caían al vacío”, expone la mujer. EFE