Por: Ernesto González Valdés
Introducción: en varios artículos de diferentes fuentes periodísticas internacionales, sobre el uso de los celulares y las edades de los usuarios encontramos lo siguiente: a los 11 años, más de la mitad de los niños suelen tener su propio teléfono inteligente; a los 12 años, más de dos tercios lo tienen, y a los 14, los adolescentes tienen la misma probabilidad que los adultos de poseer este recurso tecnológico. Por otra parte se plantea casi el 72% de los niños de 8 años han hecho uso de un celular.
En el caso particular del uso de computadoras, ordenadores o laptop, expertos mencionan que ya a partir de los 2 o 3 años, hacen uso de la misma.
Primer acto: Se levanta el telón y vemos la presencia de un niño de unos 4 años (su profesora previamente impartió una clase en vivo de unos 30 minutos, donde intercambia con los niños y niñas), sentado y sobre la mesa se observan cómo especie de cartillas, con juegos donde escribe la letra con la cual inicia la figura (animales, vegetales, etc.); otra tarea en esta ocasión de matemática donde el pequeñito cuenta ¿frutas, pelotas? En las tardes ya que la mamá y el papá trabajan regresando en ocasiones ambos entrada la noche, la abuela lo refuerza en las tareas (también de educación física y culturales) inclusive los fines de semana.
Segundo acto: Se levanta el telón y se observa a una madre, que recibe a través del celular de su hija (10 años) un correo – a través de una de las tantas plataformas – contenidos, tareas y orientaciones del colegio, la señora (mamá soltera) con experiencia en informática, amplia la información en la televisión y se sienta con la menor apoyándola en la solución de la información virtual recibida.
Tercer acto: Se levanta el telón y se observa a un joven ¿14-16 años?, visualizando su celular, pasa su mano por la cabeza en señal de preocupación, brazos que se levantan como una evidencia de posible agobio. Mira el reloj de la pared, gira su rostro en señal de negación, boca cerrada y dientes fuertemente apretados, ojos y cejas ligeramente inclinados para expresar además enfado.
Coloca el celular sobre la mesa, no de buena gana; lo toma una vez más y al parecer, busca otra opción, “abandonando” la clase, desliza su dedo a través de la pantalla buscando nuevas opciones, su rostro cambia, sonríe maliciosamente, contesta un correo y retorna “al aula de clase”, hace 3 minutos la clase ya había concluido. Si había un texto de la docente, reclamándole por qué se había desconectado de la clase antes de tiempo, además de no haber participado en la misma.
Entra a la escena, en ese momento su mamá, ella le pregunta “Hijo, ¿qué tal te fue hoy en las clases?; como respuesta “…bien…”Fin del acto.
Usted estimado lector, padre o madre, tutor, si desea ponerle nombre a la obra, pensaría en varios títulos posiblemente, pero en estos tiempos – de pandemia – no queda duda alguna que a los niños, jóvenes estudiantes hay que atenderlos más, preocuparse mucho más. El rol de la familia, se incrementa significativamente en lo que es la Educación, por cierto los invito a que sean actores y actrices principales de esta puesta en escena.