- Ambiente Político por Eduardo Serrano
Se dice que Agustín Lara le compuso más de 70 canciones a su bella esposa María Félix, con quien duró casado apenas unos 3 años. Uno de esos temas, “María bonita”, sirve en esta ocasión en el Ambiente Político, para encuadrar la situación que impera en Acapulco, Guerrero, tras el paso del Huracán “Otis”, pues esta lamentable noticia, así como la famosa melodía del “Flaco de Oro”, le ha dado la vuelta al mundo, en medio de contrastes que pudieran tener repercusiones en el proceso electoral en el que se agudiza la polarización, una estrategia que le ha sido útil al que despacha en Palacio Nacional para conseguir sus objetivos en las urnas. Sin embargo, tal parece que esos contrastes pudieran tener un costo político adverso para el tabasqueño, dado que, así como en su momento, siendo un férreo opositor del sistema, criticó las acciones de los gobiernos en turno, ahora sus adversarios le han restregado los errores que envuelven la terrible tragedia.
Todos quieren que los electores en 2024, se acuerden de Acapulco, de aquella noche, cuando los vientos de 270 km/hr arrasaron con todo a su paso. Solo que quieren que se acuerden de diferente manera. Por un lado, la oposición al poder, recrimina la falta de previsión, destacando que hubo información oportuna que no fue utilizada por el Gobierno Federal, para minimizar las pérdidas humanas, que dejaron de columpiarse con las olas, para enfrentarse a escenas dantescas que inundaron las redes sociales así como lo hicieron con el emblemático puerto turístico. El reclamo de ciudadanos ante la falta de agua potable, alimentos y medicinas, así como el daño a carreteras, al aeropuerto, la falta de energía eléctrica, internet y telecomunicaciones en general, que dificultaban las labores de rescate, y la decisión del presidente de acudir vía terrestre, enardeció aún más a quienes se quejaban de su ineptitud, que ya no querían que les dijeran muchas palabras, de esas bonitas, con las que se arrulla a los electores.
Por otro lado, el Presidente minimizó los daños; dijo en su Mañanera que “no nos fue tan mal”, y se lanzó en contra de los medios nacionales y extranjeros que lo atacaban con reportajes “a modo”. Envió un mensaje que fue replicado vía “perifonéo” por las calles destrozadas. Todos los alineados a la Cuarta Transformación salieron en su defensa, era preciso que el pueblo sabio entendiera que amores habrá tenido, muchos amores, pero ninguno tan bueno ni tan honrado, como el que brota del corazón macuspano. Desmintió la desaparición del FONDEN, y aseguró que los recursos para el rescate de Acapulco, llegarían de inmediato, lo que le valió unas buenas porras de la gobernadora Evelyn Salgado. Mientras la “prensa fifí” exhibía la desolación, el presidente mostraba la llegada de servidores de la Nación, de la Guardia Nacional y del Ejército Mexicano, prestos a convertir en realidades, las ilusiones acapulqueñas de salir adelante de la crisis que los tiene arrodillados clamando ayuda.
Con la tragedia politizada, es inevitable preguntarse, ¿hacia dónde conducirán las olas de aquella playa, con las que se enjuagan las estrellitas? Las encuestas sitúan a MORENA y sus aliados con una cómoda ventaja sobre la alianza del Frente Amplio por México, sin embargo, los efectos políticos de la devastación acapulqueña no se han dejado sentir todavía, pues aunque lo digan con sentimiento, el pensamiento de gobiernistas y opositores no es creíble para la ciudadanía que en 2024, se acordará de Acapulco, de aquellas noches, como Agustín Lara de María Bonita, su María del Alma.