No deja de moverse en la silla, tarda una eternidad en hacer los deberes, se distrae por tonterías, he de estar constantemente a su lado, he de repetir la misma orden cinco veces para que obedezca (si es que obedece) … ¿te suenan estas quejas? La mayoría de padres y madres las hemos sufrido en nuestra piel más de una vez y, sin embargo, no todos nosotros consideramos a nuestros hijos hiperactivos. ¿Qué tiene mi hijo realmente de hiperactivo? ¿Puede ser que sencillamente sea un niño inquieto y curioso? ¿Es posible que yo no sepa adaptarme a su ritmo de aprendizaje y por eso su conducta sea tan nerviosa? La hiperactividad es una palabra muy seria que no debe pronunciarse con frivolidad: ¡los niños muy movidos pueden no ser hiperactivos!
La proliferación excesiva de niños” llamados” hiperactivos ha puesto de actualidad una preocupación importante de padres y educadores sobre este tema, de tal manera que un trastorno como es la hiperactividad se ha socializado y se ha convertido en un tema de fácil valoración. ¿Por qué se preguntará? Cada vez tendemos a soportar menos la conducta irregular.
Más que definir una entidad clínica, cuando a veces hablamos de que un niño es hiperactivo hablamos de nuestro estado anímico personal, de lo que nos cuesta soportar al hijo inquieto que llama constantemente la atención o al alumno que nos obliga a dedicarle más tiempo. Los padres en general no estamos preparados para contener un hijo inquieto. Los horarios laborales, lo poco tolerante a la conducta desobediente fomenta en muchos casos una ruptura emotiva de las relaciones padres-hijos, creando un círculo vicioso de nervios e irritación que refuerza precisamente las conductas que queremos evitar.
¿Y en la escuela? No siempre la escuela responde a las necesidades educativas y de crecimiento de los alumnos, por ejemplo, aulas donde la cantidad de alumnos es excesiva, a lo anterior se suma la no adecuada importancia a la vivencia, experimentación y tiempo de descubrimiento donde el alumno sea el objetivo y no los contenidos. ¿Qué comportamiento adquieren los estudiantes? Se cansan, se aburren y una forma de manifestarlo sobre todo en edades tempranas (hasta los 8 años) es moverse, distraerse y llamar la atención.
Ser inquieto es una situación muy corriente que solo nos dice que existe un exceso de movimiento, diferente del fenómeno hiperactivo, que es una entidad clínica, un trastorno grave, con múltiples repercusiones en todos los ámbitos donde se mueve el niño. Hay quienes equivocadamente recurren para tratar de contrarrestar esa superactividad a medicamentos, tras la visita a especialistas de la salud, donde dan “su versión” del niño hiperactivo y no de simplemente ser una persona inquieta, cuando realmente el problema proviene o está en la propia casa, y se refuerza tal vez en la escuela. Medicar posiblemente no sea la solución adecuada, peor cuando sin conocimientos sólidos ni especializados, pues simplemente los padres automedicamos.
Quizás deberíamos reflexionar más sobre las dificultades para educar en el día a día, la falta de pautas claras en la educación familiar, la pérdida de valores en la formación académica antes que proyectar sobre los niños nuestro propio cansancio o ignorancia. ¿Conoce a alguien con esta problemática? Le agradecería que entonces que compartiese este artículo. ¡Y muy amable de su parte!