Por; Ernesto González Valdés
Cuando por alguna razón u otra pasas de una vida activa a una en modo “pausa”, como puede ser la jubilación[2], indiscutiblemente que se siente una cierta reducción de la presión laboral (más cuando laboras en el campo de la educación) – seas docente, administrativo o ambas roles de forma simultánea – donde tienes como responsabilidad algo tan importante que corresponde a la formación de valores en los jóvenes, las cuales en lo personal ocupan un primer plano, por encima de los contenidos o temas a desarrollar.
Donde, de lograr cambios de comportamiento a lo largo de la duración de la disciplina o asignaturas (48, 64 horas) en un semestre u otro período escolar, como la disciplina, la puntualidad, la honestidad, entre otros, realmente me sentiré muy satisfecho, ya que ello me permitirá abrir un camino de comunicación para el aprendizaje: un buen comportamiento en el aula, permite o logra la atención a la misma de cada miembro del grupo; ser puntual hace que el educando no pierda ni un segundo de la clase en sí, así como hacer entrega de lo que se le solicite en tiempo; ser honesto, favorece un adecuado canal de comunicación en la comprensión o no de lo aprendido y aplicado, en fin: un aprendizaje efectivo.
Pero si todo lo anterior – realizado por décadas – “se cierra” y pasas a un mundo de restricciones, donde “desaparecen las sillas, la pizarra, las prácticas de laboratorio, tus estudiantes, tus compañeros de trabajo”, peor aun cuando aplicas para un nuevo trabajo (virtual o en línea) y como respuesta te llega el mensaje siguiente: “Muchas gracias, por haber aplicado…, formará parte del proceso de selección y nos estaremos comunicando con usted…” FIN DEL MENSAJE.
Pero, ¿ello conduce a un cierre total de tu trabajo intelectual, donde tus conocimientos, para ser compartidos, se cercenan?; ¿acaso la oportunidad de enseñar, se convierte o traduce en ocupar una silla o sillón, y delante un televisor en el que visualizas un mundo “patas arriba” o el caso extremo de empotrarse en una plataforma Streaming para ver un episodio tras otro?
De todo lo anterior se abren un amplio sinnúmero de “caminos”, donde un tanto modificas el trabajo intelectual por el físico, por ejemplo: los quehaceres domésticos – tarea no exclusiva, ni responsabilidad única de las féminas. Nota: Aprovecho este momento para ratificar el reconocimiento TOTAL Y ABSOLUTO, (puesto en mayúscula con las mejores intenciones, diría que adrede) a profesoras, directoras, asistentes, madres de familias, tutoras, del doble rol en la casa – escuela.
Otra vía resulta – ya que hablo de un tanto y por ende no todo en cuanto al trabajo físico -, es aplicar como docente de ciencias naturales, donde interviene la investigación, los procedimientos, etc., determinados quehaceres que conllevan a un orden de planificación en cuanto a las tareas encomendadas, por ejemplo: salir a realizar compras, donde establezco una ruta que me permita ahorro de gasolina y sobre todo tiempo.
Otra actividad, resulta al disponer la vajilla (platos, vasos, cubiertos) una vez lavadas (con adecuado detergente que logre eliminar a la grasa, teniendo en cuenta que el agua y los aceites no son miscibles entre sí), distribuirla en lugares diferentes, previo secado, evitando con ello la humedad y a la vez una mejor higiene; estar atento al paso del colector de basura, para colocar las bolsas con desperdicios bien cerradas y añadiendo un poco de vinagre (ácido acético) – evitando con ello que otros animales domésticos, la deterioren –; tender la ropa (lavada) en el mejor momento y hora, para que el astro rey, cumpla con función de vaporizar el agua que todavía queda en el entramado de la tela.
Sin embargo, a pesar de todo lo antes descrito, donde en un momento determinado cambias la tiza o el marcador por una escoba o lampazo, realmente no abandonas por completo tu profesión – cualquiera fuese, no solo docente -, jugando con el factor relatividad y por otra parte haciendo verdadera la frase “Cuando hay hambre, no hay pan duro”, pero ¿cómo? Continuaremos.
[1] Situación adversa o desfavorable que padece una persona.
[2] Para el año 2045, las proyecciones indican que cerca del 18 por ciento de la población total latinoamericana estará conformada por personas de 65 años o más. Fuente: https://www.dw.com/es/am%C3%A9rica-latina-envejece-y-las-jubilaciones-son-de-alto-voltaje-pol%C3%ADtico/a-59975086