Por: Ernesto González Valdés
Ya han pasado algunos años que un ex compañero hubo de preguntarme, si teniendo la edad para jubilarme, por qué no lo había hecho; la segunda pregunta, ¿tienes miedo?, demoré pocos segundos en responderle: ¡No!
¿Y la respuesta de la primera? Sencillamente, nunca la había pensado, les soy honesto. Mi trabajo me agradaba, la docencia, algo así como pasión, además de administrar académicamente una institución donde con el pasar de los años (duros en un comienzo, muy duros) pude apreciar cambios en muchos procesos: reorganización, nuevos procedimientos, pero lo más importante, trabajar colectivamente estableciendo sinergias con mis compañeros(as), el reconocimiento del profesorado en cuanto a su desempeño sobre la base de acompañamientos que hiciesen sólida la justificación del porque los(as) mejores.
Lograr que el empoderamiento de sentirse institución, se transmitiese a todos los docentes, estudiantes, empleados todos, que sin distinción de áreas un día de labor, sería para sentirse sencillamente bien. En tratar de lograr todo esto – de lo cual me siento satisfecho –, no me daba tiempo a pensar una nueva vida, dejando de trabajar de 12 a 14 horas diarias, para que estas fuesen reducidas a ¿4, 5?, con actividades diametralmente opuestas a la que realicé por décadas.
Pero, llegó el día, donde no necesariamente me jubilé[1] porque lo quise, sino por determinadas circunstancias que no vienen al caso, pero sí prácticamente de un día para otro, mi labor se vio reducida intelectual y laboralmente en un ¿25 %?
Lo que a duras penas hacia el fin de semana – antes de la jubilación -, de salir a hacer las compras, lectura del periódico con mayor detenimiento, y no solo los titulares, de anotar las actividades laborales previstas para la semana siguiente (reuniones, informes, mis clases) ¡desaparecieron!
En un comienzo reflexioné «mereces descansar, muchas décadas de trabajo, de regresar a un buen dormir, dejar de despertarte en la madrugada por alguna idea soterrada que floreció en el pseudo sueño y te hizo anotar (sin importar la hora en ese mismo instante) en tu agenda que tenías en la mesita de noche; de revisar mensajes cotidianos de problemas de última hora o llamadas al celular de problemas de disciplinas de estudiantes; la entrega de trabajos como parte de su portafolio a mis estudiantes…»
Pasar a una situación pasiva o de inactividad laboral a pesar de la edad legal alcanzada, realmente no me satisfacía, luego tenía que buscar como ocuparme, tiempo para perder en sentarme delante de un televisor o navegar quedando prisionero como parte de las redes sociales, no.
Ya mis primeros pininos escribiendo para un medio escrito por unos ¿18 años?, me había proporcionado – no siendo la actividad principal en ese momento, dado mis roles (antes mencionados) –, una determinada experiencia más allá de mis breves errores de redacción, exceso de comas y otros, lo trasladé a un primer plano, escribir.
¿Escribir qué y para quién de modo tal que hiciese sobre todo reflexionar al lector y no leer por leer?; aunque al menos ya tenía `abonado el terreno’ con mis libros de textos, donde no necesariamente tenía la retroalimentación necesaria, excepto a los excompañeros que me decían que sus hijos utilizaban los mismos, dudando que realmente conocían al ‘señor que los hacía’.
Siempre he sido del criterio que si los celulares o tabletas, en un comienzo fueron creados entre tantas cosas, esencialmente para la comunicación (la adecuada, no la incorrecta), insertándose videos, juegos, aplicaciones que en el campo de la Educación suelen llegar desfavorablemente un poco más tarde; la idea no era retirar los celulares de las aulas de clase, sino utilizarlos en función de la enseñanza – aprendizaje (o como he mencionado anteriormente proceso de instrucción – aplicación), luego el nuevo objetivo donde ocuparme serían las redes…
Continuaremos.
[1] Jubilación se considera el acto administrativo por el que un trabajador en activo, por cuenta propia o ajena, solicita pasar a una situación pasiva o de inactividad laboral tras haber alcanzado la edad legal para ello.