El dirigente nacional del PAN, Jorge Romero Herrera, declaró que “el futuro del PAN no depende ni dependerá de ninguna alianza partidista… pasada, presente o futura”. Esta decisión se enmarca en un relanzamiento del PAN: cambio de logo, modernización de afiliación digital, nuevas reglas para selección de candidaturas. Analistas destacan que el PRI acumuló pérdidas durante los años de alianza con el PAN, lo cual le da al PAN una razón estructural para romperla.
En Nuevo León, aunque la dirección nacional declaró la ruptura de la alianza, dirigentes locales del PAN dejaron abierta la puerta a que la alianza con el PRI siga en ese estado para próximas elecciones, por ejemplo para la candidatura al gobierno estatal. En otros estados —como Coahuila— la alianza PAN-PRI ya venía siendo puesta en revisión, y ahora con el anuncio nacional el escenario local se torna más incierto.
En el PAN deberán fortalecer su estructura propia, sin depender de coaliciones tradicionales, lo cual exige recursos, claridad interna y coherencia entre nacional y estatal. En los estados, habrá que observar cómo negocian los grupos locales del PAN que acostumbraban operar con el PRI: ¿resisten? ¿cambian de aliado? ¿van solos? Para el PRI, la ruptura implica replantear sus opciones de alianza y recuperar competitividad sin perder terreno frente al PAN. Para los votantes, será un ejercicio de observar si el anuncio se traduce en cambio real: nueva identidad, renovación de liderazgos, transparencia, etc.