miércoles, diciembre 24, 2025

“Santa, quiero que regrese mi mamá”: cuatro Navidades marcadas por la ausencia de Dalia Carolina

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Desde hace cuatro años, una niña escribe la misma carta en Navidad. No pide juguetes ni regalos. Su único deseo es que su mamá vuelva a casa. La desaparición de Dalia Carolina Morales Pascual, ocurrida en diciembre de 2021, sigue siendo una herida abierta para su familia y un recordatorio de la deuda que las autoridades mantienen con las víctimas de desaparición.

Dalia Carolina tenía 22 años cuando desapareció, era madre de dos hijos y llevaba apenas cuatro meses de casada. Su ausencia no solo dejó un lugar vacío en su hogar; transformó por completo la vida de sus hijos, quienes crecen entre recuerdos, preguntas sin respuesta y la esperanza de volver a verla.

La desaparición ocurrió el 7 de diciembre de 2021, luego de que Dalia acudiera a una cita solicitada por su expareja, con quien se había separado apenas quince días antes. Desde ese momento, no se volvió a saber de ella.

De acuerdo con testimonios familiares, antes de su desaparición Dalia había sido víctima de violencia física y amenazas. Presentaba moretones y había advertencias directas: que si intentaba dejar la relación, sería asesinada o arrojada a una barranca. Pese a estos antecedentes, la protección no llegó a tiempo.

Tras la denuncia, el proceso se convirtió en un calvario. La familia señala que la investigación oficial avanzó lentamente, obligándolos a asumir tareas que corresponderían a las autoridades: recopilar videos de cámaras privadas y del sistema C5, reconstruir recorridos y presionar para que el caso no quedara en el olvido.

Fue hasta dos años después cuando ese trabajo permitió que se girara una orden de aprehensión contra el principal sospechoso, hoy recluido en un penal. Sin embargo, la detención no ha significado justicia plena: el paradero de Dalia Carolina sigue siendo desconocido.

A casi cuatro años de su desaparición, la familia continúa exigiendo verdad y resultados. Cada Navidad, la ausencia se hace más pesada. La silla vacía vuelve a recordarse y la carta de la niña se repite, como un grito silencioso que evidencia la dimensión humana detrás de las cifras.

El caso de Dalia Carolina no es aislado. Refleja la realidad de cientos de familias que enfrentan la desaparición de un ser querido en medio de procesos lentos, respuestas incompletas y una justicia que llega tarde —o no llega—. Mientras tanto, una niña sigue esperando que, algún diciembre, su deseo deje de ser una carta y se convierta en realidad.

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