- Ambiente Político por Eduardo Serrano
El mismo dijo: “no estoy entre la espada y la pared, sino entre dos espadas”. Ricardo Monreal, presidente de la Junta de Coordinación Política en el Senado, votó en contra del dichoso “Plan B” de la reforma en materia electoral, propuesta por el inquilino de Palacio Nacional, bajo el argumento de que no podía compartir que la Carta Magna fuese ignorada o burlada. Su voto fue a título personal, ante la imposibilidad -o deliberada incapacidad-, de construir un bloque morenista a fin a sus preceptos constitucionalistas, que pusiera freno al capricho presidencial. Su voto en contra, fue solo eso, un voto en contra. Es complicado entender por qué Monreal, quiso quedar bien con Dios y con el Diablo, y terminó quedando mal con ambos.
En la Cámara de Senadores, con 69 votos a favor y 53 en contra, se aprobó en lo general el “Plan B”. Como un golpe a la democracia, fue calificado por la oposición y los exconsejeros del INE, quienes reprochan la sumisión de los legisladores ante el atropello a la Constitución, que todo indica, será materia de discusión en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Monreal pudo haber sido la diferencia, pero prefirió convertirse en un mártir constitucionalista, que inútilmente -en apariencia al menos-, terminó echarse en contra al movimiento que encumbró a AMLO en 2018, y que ahora, no lo ve como corcholata, ni siquiera como corcho opositor en la sucesión presidencial, pues si no pudo convencer a unos cuantos senadores de sus “sentimientos demócratas”, mucho menos lo hará con los mexicanos que buscan un contrapeso en las urnas.
A Monreal se le clavó una espada transformadora, al manifestar su bien argumentada, pero tibia posición respecto al “Plan B”, y se le clavó otra espada opositora, al no sumar más que un solo voto a la defensa del INE, que finalmente sí se tocó. Mucho se especula respecto a que el senador morenista, jugó un simple papel “esperanzador” en el bloque opositor, al manifestar en medios de comunicación su rechazo a la iniciativa presidencial en materia electoral, que lo acompañó con un discurso pausadamente romántico en tribuna, sin embargo, burdamente aderezado con la falta de operación política, cabildeo y convencimiento para que sus correligionarios rompieran con la Cuarta Transformación. No es descabellado pensar que Ricardo Monreal, chamaqueó y fue chamaqueado, aunque haya dicho al final de su intervención que sabía a lo que se enfrentaba. No falta mucho para que veamos con claridad cual fue el pago por su conveniente inoperancia.
Los morenistas le han “tupido” en redes a Monreal, le han dicho que se olvide de ser presidente, obviando desde luego, el pase como candidato presidencial cuatroteísta, sin embargo, el que despacha en Palacio Nacional, ha sido “misericordioso” con el zacatecano. En su “mañanera”, López Obrador descartó la salida de Ricardo Monreal de las filas de Morena; ni por asomo, mencionó que dejaría de estar al frente de su bancada, y mucho menos, dejar la JUCOPO del Senado, tras votar en contra del “Plan B”. AMLO dijo que no habrá nada de “purgas”, porque en efecto, “hay un pueblo muy politizado, pero este pueblo, pone a cada quien en su lugar”. Es probable que el pecado monrealista haya sido perdonado, y de penitencia le den la candidatura a la gubernatura de la Ciudad de México, así de vil y benévola, es la política, aunque se esté entre la espada y la pared, o entre dos espadas.