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martes, noviembre 26, 2024

¡El etanol! Cuidado.

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  • Por: Ernesto González Valdés.

Compuesto de naturaleza orgánica, con la presencia de dos átomos de carbono, cinco de hidrogeno y unido a él un grupo hidroxilo (OH), respondería un profesor de Química, si tratamos de salir de la academia, nos estamos refiriendo con el título del hoy, al alcohol bebible, el cual suele acompañarnos en las actividades festivas en la generalidad de los casos, o en aquellos fanáticos, para no decir bebedores consuetudinarios, que por cualquier motivo o sin motivo aspiran a la tendencia de una cirrosis hepática a corto plazo.

El organismo humano es capaz de oxidar y de eliminar en forma de agua y dióxido de carbono un máximo de 0,18 centímetros cúbicos (cm3) de alcohol por hora y por kilogramo de peso corporal. Más allá de estos límites el alcohol digerido se acumula en la sangre y en los tejidos nerviosos, originando los efectos tóxicos. En un individuo normal con una concentración de alcohol en la sangre entre 0.02 y 0.09% corresponde un estado de embriaguez muy avanzado; y se habla de un estado muy grave cuando la concentración de alcohol en la sangre es superior a 0.40%.

Cifras de estudios realizados a principios de este siglo reflejan –por citas algunos datos realmente preocupantes – que un 5.4 % ingieren alcohol antes de los 15 años, y el 79.7% entre 15 y 19 años. Si sumamos ambas cantidades antes mencionadas, el ¡85.1 % de nuestros jóvenes han probado el etanol, antes de la mayoría de edad en el caso de los varones.

¿Cómo afecta el alcohol a nuestro organismo? Hace más lento el funcionamiento del sistema nervioso central; bloquea algunos de los mensajes que intentan llegar al cerebro. Esto altera las percepciones, las emociones, los movimientos, la vista y el oído de una persona.

Es cierto que, en cantidades muy pequeñas, el alcohol puede ayudar a que una persona se sienta más relajada o menos ansiosa (posible justificación para que los viernes usted observe que todos y todas salen del trabajo directamente a desestresarse), sin embargo, una mayor cantidad de alcohol provoca cambios más grandes en el cerebro conllevando a una intoxicación.

Las personas que beben cantidades excesivas de alcohol suelen tambalearse, pierde la coordinación y tiene dificultad al hablar. Es posible que actúen de una manera completamente diferente de la habitual. Llegan a pensar inclusive que se están moviendo correctamente cuando, en realidad, sucede todo lo contrario. ¿Otros riesgos posibles para los jóvenes y no tan jóvenes?

Afecta la capacidad para estudiar y sacarse buenas notas, además de afectar el desempeño deportivo (por la falta de coordinación); terminar involucrado en un accidente de tránsito o un homicidio; ser más propenso al sobrepeso o a la hipertensión. ¿Cómo evitar el consumirlo? Cada persona debe encontrar su estrategia para rechazar el consumo de alcohol. Algunas descubren que les es más fácil decir que no sin dar ninguna explicación; otras sienten que es mejor si expresan sus motivos de forma clara: “… no tomo…”; “… tengo examen mañana”, “… ya una vez estuve metido en serios problemas por beber…”  Datos recientes reflejan que en nuestro país contamos con casi un millón de consumidores y unos 140 mil en grado de alcohólicos.

Luego estimado lector o lectora queda en manos suyas, la decisión. Todo en exceso hace daño.

 

 

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