El anuncio de que el Panteón de Oriente inició su ruta para convertirse en patrimonio cultural —y eventualmente aspirar a un reconocimiento internacional— encendió también una serie de cuestionamientos entre familias que por décadas han mantenido lotes y propiedades dentro del recinto.
Gerardo Almeraz, director de Panteones, confirmó que ya se realiza el levantamiento de fichas técnicas de cada tumba, escultura y monumento, con el fin de elaborar el plan de manejo que exigen UNESCO e ICOMOS para otorgar una declaratoria de protección. Este trabajo permitirá identificar piezas de valor artístico y funerario, como las del maestro Benigno Montoya, pero también definirá reglas estrictas sobre el uso del espacio.
Sin embargo, el proyecto no es menor: una vez que el Panteón reciba la declaratoria cultural, no se permitirán nuevas inhumaciones ni exhumaciones. Y ahí surge la pregunta central que hasta ahora no tiene respuesta pública: ¿qué pasará con los propietarios de los lotes?
Durante años, cientos de familias han comprado espacios dentro del Panteón de Oriente bajo la figura de propiedad particular. Muchas aún realizan ahí inhumaciones, visitas y mantenimiento, y otras cuentan con permisos vigentes para futuros entierros. La declaratoria, tal como la plantea la autoridad, convertiría ese patrimonio privado en un espacio estrictamente protegido donde no podrán realizarse actividades propias de un panteón en funciones.
Tampoco ha quedado claro cómo se definirá el derecho de cada propietario una vez que el sitio sea exclusivamente un recinto de preservación histórica. ¿Habrán compensaciones? ¿Se reconocerán jurídicamente los títulos de propiedad? ¿Cómo se resolverán los casos de familias que aún tienen derecho de uso sobre su lote?
La intención de elevar el Panteón de Oriente a patrimonio cultural es, sin duda, una oportunidad para proteger el arte funerario y la obra de grandes escultores; sin embargo, antes de avanzar hacia una declaratoria internacional, la autoridad municipal deberá aclarar qué seguirá para quienes mantienen ahí un patrimonio familiar que, hasta hoy, se considera particular.
