Durango, Dgo
Los reportes trimestrales del INEGI colocan a Durango entre los estados con mayor pérdida de empleos remunerados, la lectura fina de las cifras revela un problema profundo: un mercado laboral estancado, con empleos insuficientemente remunerados, una informalidad persistente y una economía que no ha logrado consolidar crecimiento real en más de una década.
En el segundo trimestre del año, Durango reportó 861 mil personas ocupadas, un aumento de 31 mil respecto al mismo periodo de 2024. En apariencia, es una buena noticia. Sin embargo, especialistas advierten que este incremento no necesariamente refleja empleos de calidad, sino movimientos dentro de la informalidad, el subempleo o posiciones con ingresos insuficientes.
La informalidad laboral en Durango alcanzó 51.2%, lo que significa que uno de cada dos trabajadores carece de prestaciones, seguridad social o estabilidad, una condición que limita el desarrollo económico del estado y precariza la vida de miles de familias. A ello se suma la baja tasa de productividad, que ha mantenido a la entidad entre las economías que menos crecen en el norte del país.
Aunque la tasa de desocupación se ubicó en 2.7%, este número tampoco refleja la realidad completa. Durango registra una alta proporción de personas que aceptan labores mal pagadas o temporales ante la falta de alternativas, así como un crecimiento de la población disponible que dejó de buscar empleo porque simplemente no lo encuentra.
A nivel nacional, Durango tampoco destaca como un polo de generación de empleo formal. Los retrocesos ocasionales —como la pérdida de 300 plazas formales en agosto—, si bien no determinan un trimestre, sí evidencian la fragilidad del mercado laboral local y la dependencia de sectores que no han logrado consolidar cadenas productivas sólidas.
El contraste entre las cifras “positivas” y la percepción ciudadana no es casual. El aumento en ocupación convive con salarios bajos, falta de oportunidades profesionales y un lento avance industrial. Mientras tanto, miles de jóvenes migran, profesionistas trabajan en oficios ajenos a su formación y microempresas operan con márgenes cada vez más estrechos.

