Durango, Dgo
La Universidad Juárez del Estado de Durango vuelve a quedar en entredicho por su manejo financiero, luego de que se confirmara que no existe el recurso suficiente para cubrir el pago completo del aguinaldo a su personal académico, una prestación básica que debió estar garantizada desde hace meses.
De acuerdo con el Sindicato de Personal Académico de la UJED (SPAUJED), el faltante oscila entre 15 y 30 millones de pesos, una cifra que contrasta con el discurso oficial que durante meses sostuvo la Tesorería universitaria. Su secretario general, Marko Preza, señaló que en reiteradas reuniones con el área financiera se les aseguró que las finanzas estaban sanas, con cumplimiento adecuado ante el SAT y con el recurso “disponible” para dispersarse en tiempo y forma.
Incluso, detalló que hasta el jueves previo al pago, el tesorero universitario les confirmó que las transferencias se realizarían al día siguiente. Sin embargo, la realidad fue otra: el dinero no llegó completo y los docentes quedaron en la incertidumbre, exhibiendo una grave falla de planeación y credibilidad en la administración financiera de la institución.
La situación se tornó más delicada cuando el propio tesorero de la UJED, Adolfo Antonio De la Parra Northon, reconoció públicamente que no se contó con el recurso suficiente para cumplir con todos los pagos, y que ahora se realizan “gestiones” para completar el monto pendiente. Es decir, el problema no solo fue real, sino que era conocido… pero no prevenido.
El caso deja al descubierto una contradicción preocupante: mientras se hablaba de estabilidad financiera, hoy se acepta un boquete millonario que afecta directamente a quienes sostienen la labor académica de la universidad. Para los docentes, el mensaje es claro: las promesas institucionales no alcanzan cuando el dinero no está, y la improvisación termina pagando factura en los bolsillos de los trabajadores.
En plena temporada decembrina, cuando el aguinaldo representa un ingreso clave para las familias, la UJED enfrenta no solo un problema de liquidez, sino una crisis de confianza, resultado de una administración que aseguró tener recursos que, a la hora de cumplir, simplemente no aparecieron.

