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viernes, noviembre 22, 2024

¿Posees buena memoria? por Ernesto González Valdés

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Por: Ernesto González Valdés

Algunas personas, cuando hablan de capacidad intelectual, tratan por separado los conceptos de inteligencia, memoria e imaginación como si se tratara de aptitudes desconectadas que pudieran darse las unas en unas personas y las otras en otras personas, cuando en realidad los tres conceptos participan inseparablemente en los procesos de aprendizaje.

Desde nuestro nacimiento, la inteligencia se va desarrollando vinculada a la memoria, cualquier aprendizaje nuevo surge apoyado en un aprendizaje posterior, que se mantiene vivo en la memoria. Es fundamental para estudiar: “sabes cuanto recuerdas”.

Prácticamente podemos estar todos de acuerdo en que la memoria es como un “músculo”, que cuanto más se trabaja más se fortalece y, por tanto, mayor es su capacidad, agilidad y utilidad.

Luego poder recordar – sobretodo en los estudiantes, pero también para los que laboramos – lo que llega a constituir un ejercicio, si se pone en práctica, a pruebas de manera gradual permitirá obtener mejores resultados en cada evaluación, en las actividades propias de su centro de trabajo.

Existen recursos (reglas) mnemotécnicos[1] que facilitan el que la persona pueda fortalecer “el músculo” mencionado en el primer párrafo, como son la memoria visual (aquella en que no somos capaces de recordar una idea o una palabra en un examen, sin embargo, recordamos en qué página se encuentra, en qué párrafo e incluso, las ilustraciones que tiene cerca, nada que la tiene “en la punta de lengua”) la que se pone en práctica cuando se realizan esquemas, diagramas, ilustraciones, etc.

Obviamente este único tipo de memoria, conduce al fracaso; para ello se requiere de la llamada memoria auditiva, la cual nos permite recordar lo que oímos. Este tipo de memoria y la anterior, de ser aplicadas simultáneamente, junto a la táctil, que se manifiesta cuando subrayamos, realizamos esquemas, resúmenes, vamos al texto y volvemos a escribir las respuestas, previo estudio lógicamente, proporcionará una mayor capacidad de memorización.

Aquellos o aquellas que ponen en práctica el recordar y que lo hacen, pero no mucho se clasifican en memoria de corto plazo, es decir recuerdan solo inmediato o el presente, aquellos que retienen lo estudiado (¿o mal estudiado?) poco tiempo; por el contrario, aquellos que retienen las cosas, aunque haya pasado mucho tiempo, su memoria es catalogada como memoria a largo plazo y que comprobado está que este don, va dirigido a las personas que mucho estudian.

Y antes que salgan los detractores de la “memorización” debo defender que aquel o aquella persona que solo utiliza “la materia gris” para recordar, tampoco conduce a mucho, ya que, si recordar es básico, lo más importante será la aplicación de lo aprendido. De lograr combinar ambas acciones y más para aquellos “cortos de memoria” = poco estudioso/a posiblemente el “músculo” lo tenga en una fase incipiente de atrofiamiento.

Recuerde que estudiar no hace daño, al contrario, luego sino se acuerda bien de las cosas, ponga en práctica los diferentes recursos mnemotécnicos.

[1] Que sirve para ayudar a la memoria a retener una cosa.

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